Wednesday, August 15, 2018


EL APOGÉO HITÓRICO DE LA VILLA DE ILLANA (Guadalajara)
La influencia de esta pequeña localidad de Guadalajara, Illana, adquirió protagonismo en la Historia de España en el siglo el XVIII, cuando reinaban en España Felipe V.
Llegó de la mano de Juan de Goyeneche cuando iniciaba su andadura por esta localidad, comprando tierras de su Concejo, pertenecientes al Marqués de Almonacid.
Había conseguido una extensión de terreno considerable pues, según consta en el Catastro del Marqués de la Ensenada, poseía 4.640 fanegas de tierra, de las cuales 3610, estaban ocupadas por tres montes y dos dehesas. Contaba con explotación de leña de los montes, y pastos para alimentar a sus ganados en sus dehesas que le rendían estas propiedades rustica anualmente 41.315 reales y 15 maravedís. A todo ello sumaba arrendamientos de varios inmuebles: casa, horno de cocer pan, molino harinero y molino aceitero con una renta total anual de 45968 reales.
Con sus habitantes, tuvo sin embargo algunos desavenencias pues, escribía Francisco Miguel de Goyeneche años después, “habían manifestado alegres la posesión, gozar tranquilamente lo quería haber adquirido, y llevándole su liberal genio a los actos que continuamente discurría, por los que consideraba sus súbditos, empezó a repartir entre ellos granos, y ganados, para promover la cultura, disponer fábricas, y desvelarse en el aumento de aquel pueblo; pero a pocos lances averiguó su cauteloso proceder, no solo en la resistencia de algunas órdenes, que miraban su mismo provecho, sino ya descubiertamente el negarle el respetuosos tratamiento, que aún sin la circunstancias de la venta, le era debido a su carácter”  
Algunas de las tierras en la localidad habían pertenecido al señorío de Fernando Antonio de Loyola, Marqués de Olmeda, Ministro que era de Consejo de Hacienda; tierras por las que pagó 4.000 ducados.
Juan de Goyeneche, aprovechando la calidad de los vinos que se elaboraban en el lugar, explotó la comercialización  de unos caldos que de por sí, ya eran famosos en la Corte desde el siglo XVI. Respecto a este aspecto, hemos de reseñar ciertos hechos históricos que nos llevan sobre volando su Historia y como un castillo se convirtió en bodegas.
Antonio Pérez Henares en su obra “La tierra de Alvar Fañez” nos dice que en el siglo XI Illana fue asolada por completo. Una fortaleza andalusí, levantada a lo largo de este siglo, cuando el poderío musulmán campaba por las tierras de España, vendría, un siglo más tarde, a formar parte  de la Corona de Castilla, una vez desalojadas aquellas tierras del dominio sarraceno.
Tras la conquista de la Extremadura castellana por el Reino de Castilla, pasan a formar parte de las tierras del señorío de Anguix; en 1136 son donadas por Alfonso VII, a su vasallo Martín Ordóñez. Después de las guerras contra los sarracenos la tierra de Zorita,  pasa a manos de Alvar Fañez de Minaya.
Alfonso XII concederá al caballero San Galindo, las tierras de Vállaga, junto a su fortaleza, con fecha 18 de octubre de 1152, como recompensa a los servicios prestados a la Corona de Castilla, liberando la comarca de Zorita.
Entre 1158 y 1161, se crea la encomienda de Calatrava de Vállaga, cuando la fortaleza entra a formar pasa a la Orden de Calatrava, y va a servir de residencia, al Comendador Militar de la Orden.  
Como curiosidad hemos de decir que Francisco de Quevedo fue miembro de la Orden de Calatrava. Su ingreso se hizo oficial el 29 de diciembre de 1617 y a buen seguro, pasaría por Illana a degustar sus tencas, que debían estar muy sabrosas a juzgar por la mención que hace de ellas, en una de sus poesías, en 1611, publicada en Bruselas en la obra “Poesías de Don Francisco de Quevedo”, pag.249.
“yo soy pez de la bota
Yo soy tenca de Illana
Y soy el pege Osorio
    Y el barbo de la barba”
 Llegamos al siglo XVII cuando las Orden está en franca debilidad económica, momentos en que se decide su venta y es así como, en 1718 es comprado el Señorío de Illana,  por Juan de Goyeneche.
La fortaleza es transformada y a partir de este instante, servirá como bodegas, donde elaborar los vinos de la comarca. Bodegas que se mantendrían hasta el año 1870, cuando la filoxera hace estragos en los viñedos de todo el país y como consecuencia la perdida de todos los viñedos  y finalizando con la explotación vinícola.
Aquellos vinos que ya de por sí tenían fama por su calidad y sabor exquisito,  a tenor de la expresividad que mostraba Don Antonio de Guevara Obispo que fuera de Mondoñedo un siglo antes. Podemos leer en una de sus Epístolas Familiares “provéase cada uno de vinos de Illana, de candiotas de Candia y de fundones de Rivadavia, que para mí consolación y salvación, no pido a Dios más que todos los días que me quedan de vida, me dexe beber si quiera una gota”
Preferidos en la Corte,  y suministrado para su consagración y celebración de misa. A ellos se refiere en los Discursos Predicables Fr. Diego de Vega,  en 1611,  “yo no nací fino para vino de Illana.”
 Sus ruinas del castillo de Vállaga, son conocidas en la actualidad como las bodegas del Marqués en referencia a los vinos que en tiempos de Juan de Gyenehe allí se elaboraban.
Era tal la actividad de negocios que procedían de Illana, derivada de los vinos  y de los paños que decidió Juan de Goyeneche, en años posteriores a su llegada, instalarse en la villa, haciendo levantar una casona de carácter palaciego, estilo barroco en su fachada, lo más probable fuera Churriguera quien la diseñó,  presentando sus armas en piedra, encima del balcón de su portada. Se sabe que incluso le retablo de su iglesia fue donado por Goyeneche.
En su libro Comercio de Holanda o el Gran Thesoro Histórico y político del floreciente comercio que los holandeses tienen en todos los estados del mundo” escrito por Francisco Xavier de Goyeneche en 1717, nos dice que “Don Juan de Goyeneche procuró introducir en el recinto de España diferentes manufacturas y fábricas que no avía en ella, con mucho dispendio de sus propios caudales, prefiriendo la utilidad pública a la particular como lo ha hecho en las villas de Illana y Olmeda, trayendo a mucha costa maestros de fuera del Reyno que instruyen a los Naturales; donde tiene ya establecida fábricas de paños de buena calidad; la de ricos sombreros de castor, que compiten con los más finos de fuera: las de gamuzas y pieles de todo género para caletos y vestidos, medias, guantes y otros usos que se tiñen allí mismo de diversos colores; y l
Sería de todo modo improcedente no nombrar, a un personaje ilustre de los tiempos que aquí se trata, me refiero al beato D. Melchor Cano, cuyo nacimiento tuvo lugar en esta villa, hacia el año 1541 y cuyos padres fueron Mateo de Prego y Ana Cano Cordido. Aunque su nombre de pila era Baltasar, lo cambió por el de otro santo Rey Mago, el de Melchor, cuando entró a formar parte de la iglesia, en la orden de los Dominicos, por mediación del teólogo Melchor Cano, regente del Colegio de San Gregorio, en 1557  primo de su madre.
En Piedrahita, fundó en 1583, el beaterio para dominicas. Más tarde en Madridejos, en 1596  fundó el convento de la Orden de Predicadores, bajo el título de San Jacinto. En este lugar fallecería el 30 de marzo de 1607. Conoció a Santa Teresa de Jesús de que dijo de él: «Oh qué piedad es la suya. Oh bella alma que Dios ha puesto en este religioso. Me ha consolado grandemente».
A finales del siglo XVII se trajeron a la parroquia de Illana algunas reliquias: unas cartas, unas tablillas, unos eslabones que a buen seguro, tuvo ocasión de ver y dedicar oraciones a este santo Juan  de Goyeneche, dada su fama de milagrero. Fue considerado en la época, patrono de Illana, llamado El Extático, abogado de tempestades y tormentas. En Madridejos se le tenía por especial benefactor y abogado de los partos difíciles.
 “En la villa de Illana, calle del Puntio, num 8 existe la casa paterna en que nació y en el cuarto bajo, con puerta de regillas a la calle de las Parras, hay un retrato al óleo del beato a medio cuerpo y de pintor Orbaneja, frente al cual cuelga una lámpara que suelen encender en días señalados y durante las tempestades, rezándole y dándole también especie de culto público. Este cuarto fue propiedad del convento de Madridejos, por donación que le hizo, para el destino y fin expresados, su dueña, María Barranquero, en escritura pública de 26 de abril de 1727.” Cita que hace  en una de las Epístolas Familiares, pág. 213 de Don Antonio de Guevara, publicadas en 1633.
El retrato al óleo, al igual que otro que se hallaba en la sacristía de la iglesia, así como todas las reliquias citadas han desaparecido.  Hoy sus restos se encuentran en el monasterio de Caleruega. FIN

Tuesday, August 07, 2018

VIDA MILITAR DE MIGUEL DE CERVANTES



Antes de iniciar este opúsculo, he convenido hacer una síntesis del devenir histórico en el área del Mediterráneo, hasta llegar al momento del ingreso de Miguel de Cervantes en el Ejército.
A lo largo del Siglo XVI, por las aguas del Mare Nostrum campaba por sus respetos la piratería berberisca. La navegación por ellas era muy peligrosa a causa del ataque de sus naves que partían, sistemáticamente, del norte de África.
Aquellos que se arriesgaban a hacer grandes travesías, por mar abierto  e incluso hacían la navegación de cabotaje, debían de ser protegidos, si querían que las mercancías que transportaban en sus bodegas no cayeran en sus manos.
Cuando reinaban los Reyes Católicos, una de sus principales políticas  fue la formación de una gran flota, con la que proteger las rutas de comercio del Imperio y por ende a los navíos que partían y llegaban a los puertos de la Península Ibérica; conseguir al mismo tiempo, establecer puertos seguros en el Estrecho, con lo que consiguieron, paulatinamente, expulsar a los piratas que partían de ellos.
Consideraron que había que acabar con las patentes de corso de estos piratas  que navegaban por estas aguas y llevar un control a  cargo de la Marina. Se llevaron a cabo, las siguientes acciones, unas con éxito, otras  adversas a nuestros intereses y cronológicamente tuvieron lugar:
Durante el reinado de los Reyes Católicos (1479 – 1516)
1497. Toma de Melilla. 1505. Toma de Mazalquivir.
1506. Toma de Cazaza, en las proximidades de Melilla.
1508. Toma del peñón de Vélez de la Gomera.
1509. Tras la conquista de Mazalquivir se conquista Orán, donde se pusieron en libertad a muchos cristianos cautivos
1510. Conquista de Bugía y toma de Trípoli. Así como la intervención sobre Los Gelves que resultó un fracaso.
Durante el reinado de Carlos I. (1516 - 1556)
1522. Pérdida del Peñón de Vélez.
1535. Se arrebató el Peñón de Vélez al turco Barbarroja y se liberan muchos cristianos que allí estaban cautivos.
1541. Intento de la flota española conquistar Argel; resultado: un fracaso al dispersar las naves una tempestad.
Y durante el reinado de Felipe II. (1556 - 1598)
1558. Fracaso al intentar la conquista de Mostaganem.
1560. Fracaso  en el intento de la toma de Los Gelves.
1670. Túnez,  cae en manos del virrey de Argel.
Como consecuencia de estos largos años de luchas de conquistas, asaltos, éxitos y fracasos, se habían perdido por una y otra parte muchas vidas humanas, había perdido la vida muchos soldados o habían sido hechos prisioneros y cautivos. La inestabilidad en el Mediterráneo causada por el islamismo, era preocupación principal para la Cristiandad.
Dicho esto, no es fácil y sí muy al contrario, harto difícil escudriñar en los recovecos que aún subsisten de la vida militar del más célebre Soldado, de cuantos juraron fidelidad a España, a su Rey y a sus Banderas.
No obstante, como cualquier otro joven mozo de su tiempo, residiendo en Madrid, a la edad de veinte un años, ansioso de medro y honra, aquella podemos iniciarla en el año 1569, aunque, a ciencia cierta no sepamos la fecha exacta de la entrada de Cervantes en la milicia.
Soñaba Miguel de Cervantes, cuando España estaba amenazada por el poder turco que había conseguido cubrir sobre los españoles una borrasca de inquietudes, convertirse en verdadero cruzado de la Cristiandad y de ahí su afán de alistarse y sentar plaza de Soldado, en tan deseada y honorífica profesión soldadesca, algo que satisfacía plenamente las aspiraciones de aquella juventud; ser Soldado ayer como hoy, era tanto como ser señor, caballero y por ende el mejor ciudadano.
Cervantes pasaría este año a Italia, al servicio del cardenal Giulio Acquaviva. En su dedicatoria en La Galatea: “oí muchas veces decir de VSI, al cardenal Acquaviva, siendo yo su camarero en Roma”, lo atestigua.
Uno de los requisitos para entrar al servicio del rey, en la clase de soldadesca, era demostrar la limpieza de sangre, para lo cual era requisito indispensable el correspondiente certificado; he aquí el suyo dado en Madrid:
 «Rodrigo de Cervantes, andante en corte, dijo que Miguel de Cervantes, mi hijo é de doña Leonor de Cortinas, mi legítima mujer, estante en corte romana, le conviene probar é averiguar cómo es hijo legítimo mío é de la dicha mi mujer, y que él ni yo, ni la dicha mi mujer, ni mis padres ni agüelos ni los de la dicha mi mujer hayan sido ni somos moros, judíos, conversos ni reconciliados por el Santo Oficio de la Inquisición, ni por otra ninguna justicia de caso de infamia, antes han sido é somos muy buenos cristianos viejos, limpios de toda raíz. A. V. M., pido mande hacer información de los testigos que acerca de lo susodicho presentare, la qual hecha, me la mande dar por testimonio signado, interponiendo en ella su autoridad é decreto para que valga é haga fe en juicio y fuera dél: pido justicia é para ello, etcétera.-Rodrigo de Cervantes.- Andrés de Ozaeta.»
Se presentó, pues, Cervantes ante la junta de reclutamiento, dando sus datos personales que ceñidos al formulario al uso, debía rezar en primera página de su Hoja de Servicios: Miguel de Cervantes Saavedra. Natural: Alcalá de Henares. Fecha de nacimiento: 29 de septiembre de 1547. Hijo de Rodrigo y Dª Leonor. Talla: mediana, de porte y esbeltez en su figura. Ojos: alegres y garzos. Pelo: castaño. Piel: blanca y sonrosada. Frente: ancha y despejada. Boca: sellada con un rasgo de ironía. Nariz: aguileña, bien proporcionada y curvada.
Y en este oficio quedó Cervantes, en el que se exigían entre otras ordenanzas que “en sentado plaza quedó tenido por honrado: por lo cual debe tener cuidado en su honor, porque en él consiste toda perfección de este hábito de Soldado [..],  no sea hablador ni arrogante [..], y cuando tuviere ocasión, ofenda de frente con la espada y no con la lengua” y a los compañeros “por ningún camino ha de quebrar con ellos, sino tratarlos con toda llaneza, verdad y lealtad de hermanos”.
Hecha la filiación, el período de recluta lo pasó en servicio de guarnición, aprendiendo de los veteranos a ser Soldado, como paje de rodela, o encargado de llevar las armas del veterano, a los que estuvo adscrito. Así se ejecutó en el dominio y manejo de sus armas, de los movimientos tácticos y de las evoluciones precisas en el campo de batalla y recibió la preparación física que incluía prácticas de salto, natación, equitación y juego de pelota…, porque era “preciso que el infante no caiga nunca en la ociosidad para que así no caiga nunca en la pereza".
Cuando se separó del cardenal Acquaviva, no está muy claro si estuvo formando parte de la guardia del Papa o como un Soldado español al servicio del Santo Padre, Pio V, de cualquier modo, en esta situación permanecería aproximadamente un  año y medio.
¿Fue testigo el Soldado Cervantes a la toma de Nicosia, por parte de las fuerzas otomanas? Parece que así debió ser, formando parte de la fracasada expedición en auxilio a sus defensores. Sus propias palabras plasmadas en su novela: El Amante Liberal: “Oh lamentables ruinas de la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros valerosos y mal afortunados defensores” expresa un dolor que sólo siendo testigo, aquel 9 de septiembre de 1570, sería posible.
El 18 de octubre, la carta de Felipe. II a Marco Antonio Colonna, manifestando su satisfacción porque “en el pasado agosto se le hubiesen reunido en Otranto las galeras de Andrea Doria,” nos pone de manifiesto que Cervantes durante este tiempo, siguió las banderas de M. A. Colonna. Cervantes se enorgullece de éste, su capitán a la hora de su muerte, en 1584: “por haber seguido algunos años las vencedoras banderas de aquel sol de la milicia, que ayer nos quitó el cielo delante de los ojos”
A causa del peligro que suponía en el Mediterráneo, la cada vez más hegemonía del poder turco, sobre sus aguas por medio de su flota, el 20 de mayo de 1571 se ultimaba y se publica la Santa Liga, contra él. La formaron el Papa Pío V, la Señoría de Venecia y el Rey de España y se nombraba generalísimo de todas las fuerzas reunidas a D. Juan de Austria, hermano de Felipe II.
Cervantes se incorpora a la expedición de Don Juan de Austria, como Soldado distinguido, en la compañía del afamado capitán nacido en Guadalajara, Diego de Urbina que mandaba una de las del Tercio de D. Miguel de Moncada, en la cual se encontraba destinado aquel 7 de octubre de 1571; desde hacía un año: ”era soldato nella compagnia del capitano Diego de Urbina; e gia era un anno che il detto Miguel de Cervantes serviva nella detta compagnia..” y embarcando en La Marquesa, galera perteneciente a las de Juan Andrea Doria, cuyo capitán o cómitre era  Francesco Santi Petri, se había hecho a la mar partiendo del puerto de Nápoles el 15 de septiembre.
Durante la travesía en busca de la flota enemiga, Cervantes enfermó, cosa que no era de extrañar dado la clase de viandas o privilegios de galeras, con las que se alimentaban aquellos soldados: bizcochos, es decir una dura galleta agusanada y correosa, por la acción del mar que la hacía agria  y la humedecía, bebiendo agua tibia, turbia y maloliente, comiendo carne de tasajos de cabrones y rancio tocino, de sabor tan amargo como los vaivenes a que estaba sometida la galera.
“… estaba malo y con calentura, y le dijeron que pues estaba enfermo, y con calentura, permaneciese bajo cubierta, probablemente por consejo  del barbero cirujano, respondiendo con enojo: “en todas las ocasiones que hasta hoy en día se ha  ofrecido de guerra a S.M., y se me ha mandado, he servido muy bien como soldado y ansi agora no haré menos aunque esté enfermo e con calentura; más vale pelear en servicio de Dios e de S.M., e morir por ellos, que no bajarme so cubierta, e que el capitán le pusiese en la parte o lugar que fuese ms peligroso y que allí estaría o moriría peleando”
La Marquesa, que pasó en los últimos momentos a formar parte de las galeras de Agustín Barbarigo, por táctica de combate, vino a situarse durante la batalla llamada de Lepanto, en un sitio muy peligroso y tanto fue así que hasta el mismo capitán Santi Petri perdió la vida, junto a más de cuarenta de sus hombres.
Las circunstancias y el fragor de la batalla y cuando, aquella galera embistió a una de las embarcaciones turcas, trajo consigo que en la refriega de disparos, defendiendo con arrojo el esquife situado al costado de estribor sobre cubierta y asentada sobre calzos, en compañía de doce arcabuceros que le acompañaban en esta posición, recibiera Cervantes dos disparos de arcabuz en el pecho, y otro más en la mano izquierda.
Y peleó como valiente soldado, [..], en la dicha batalla, en el lugar del esquife, (  diap.24) como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrecentó y le dio cuatro ducados más de ventaja.
La victoria sobre los turcos en Lepanto en contra de lo que pudiera parecer no llevó consigo la desaparición definitiva de ataques esporádicos de los berberiscos sobre las naves cristianas; la aparición de piratas cayendo sobre naves que navegaban por las costas francesas italianas  o españolas continuaban.
 Las naves berberiscas, salían sistemáticamente de la ciudad de Argel que se había convertido en un refugio inexpugnable de los piratas islámicos, estableciéndose como un centro comercial que se sustentaba con esclavos, soldados prisioneros, mercancías robadas y lugar donde se cerraban los tratos para la liberación  de los cautivos.
Miguel de Cervantes a bordo de una de las naves de la escuadra vencedora de Lepanto, el 30 de octubre de 1571, llegaba a Messina; trasladado al hospital de la ciudad, el Soldado Cervantes, se recuperaría tanto de sus calenturas malignas, como de las heridas y, poco a poco,  fueron los medicamentos devolviéndole la salud.
Juan de Austria, cuando visitaba a sus soldados heridos en batalla, se detuvo ante el lecho de Miguel de Cervantes, y probablemente después de que su capitán Diego de Urbina le relatase su hazaña, dedicó unos momentos en confortar a su Soldado y dirigirle palabras de consuelo. Una vez recuperado se incorporaría a su compañía de Urbina que a la sazón se encontraba invernando en Rijols, en la Calabria.
En el cuaderno de gastos secretos y extraordinarios de Don Juan de Austria, hay una partida del tesorero general de la Armada, en la que consta que en Mesina, el 23 de enero de 1572, se dio recaudo formal de la libranza de veinte ducados al soldado Miguel de Cervantes. Del mismo modo con fecha de 17 de marzo del mismo año y a favor de las personas beneméritas en la batalla del 7 de octubre de 1571, le fueron librados veintidós escudos.
El orgullo de haber recibido aquellas heridas, de las que se vanaglorió durante toda su vida y sobre todo de la secuela quedada en su mano izquierda, no pudo mejor quedar expresado de su propia pluma, y con el mayor entusiasmo, como en su Epístola a Mateo Vázquez:
Con alta voz de vencedora muestra
Rompiendo el aire claro el son mostraba
Ser vencedora, la cristiana muestra.
A esta dulce sazón, yo, triste estaba
Con una mano en la espada asida
Y sangre de la otra derramaba.
El pecho mío de profunda herida
Sentía llagado y la siniestra mano
Estaba por mil partes ya rota.
Y de nuevo, dado su arrojo  y audacia, aunque con la discapacidad que le suponía aquella mano izquierda, fruto de la herida recibida, volvería con su compañía  a Messina, solicitando al año siguiente con fecha de 29 de abril, la incorporación en la compañía de D. Manuel Ponce de León; Unidad que estaba integrada  en el Tercio de D. Lope de Figueroa, participando  en varias campañas: testimonio es una orden a los oficiales de cuenta y razón de la Armada “para que asienten en sus libros de cargo a Miguel de Cervantes tres escudos de ventaja al mes, en el tercio de D. Lope de Figueroa y compañía que le señalaren”, al parecer la de D. Manuel Ponce de León.
El 6 de julio, sale de Messina para Corfú la escuadra de la Liga, bajo el mando supremo de Marco Antonio Colonna, a proseguir la guerra contra los turcos. Llevaba Colonna 18 galeras españolas; y, en el mismo mes, se le unieron, en el cabo de Santa María, otras cuatro, desprendidas de las galeras de Nápoles, que mandaba- el marqués de Santa Cruz. En una de ellas iba Cervantes, según indica él mismo, en la novela del Cautivo, en el Quijote, al asegurar, que tomó parte en estas expediciones: en  agosto llega a Corfú interviniendo en su conquista, así como en la de Navarino y Modón.
A la captura de la galera La Presa, llevada a cabo por el marqués de Santa Cruz, hecho ocurrido el 7 de octubre, parece haber también concurrido el Soldado Cervantes, a juzgar por el calor con que se expresa sobre este hecho, en el episodio del Cautivo, en el Quijote: “Halléme el segundo año que fue el de setenta y dos, en Navarino, bogando en la Capitana de los tres fanales. Vi y noté la ocasión que allí se perdió de no coger en el puerto toda la armada turquesca. [..] En efecto, el Uchalí se recogió a Modón que es una isla que está junto a Navarino…”
A primeros del año de 1573, el Soldado Cervantes se encontraba en Nápoles pues en 11 de febrero “en dicho día se ordenó a los oficiales de la Armada que libren a Miguel de Cervantes, Soldado de la compañía de D. Manuel Ponce de León, diez escudos, a buena cuenta de lo que se le debe.” y  en 6 de marzo “se ordenó a los mismos que libren a Miguel de Cervantes, Soldado de D. Manuel Ponce de León, veinte escudos que pretende se le deben; constando ser así, se le den los recaudos necesarios para la cobranza dellos.”
Del puerto de Nápoles salió el primero de agosto, con la mayor parte de la flota y la infantería italiana y española; entre esta embarcó la compañía de Ponce de león con el Soldado Cervantes rumbo a Mesina, Trapani y Palermo, en busca del resto de la expedición.
El 24 de septiembre una vez reunida la expedición contra Túnez, sale de Palermo, al mando de  D. Juan de Austria. En sus galeras iban 20.000 soldados; el tercio de Lope de Figueroa al cual pertenecía Cervantes, llegando a  Túnez a principios de octubre; se tomó la ciudad, y al cabo de un mes se volvería a Palermo. El Soldado Miguel de Cervantes desde luego, asistió a esta expedición, como él mismo dice en sus memoriales y en el de su padre, en 1578.
De Palermo pasaron las compañías del tercio de Lope de Figueroa  a la isla de Cerdeña, y ya en 1574, a Génova, para apaciguar las perturbaciones de esta república. Se ordenaba en febrero y en marzo, a los oficiales de la Armada que se le librasen treinta escudos por una parte y treinta escudos por otra, que se le debían.
Después de la excursión a Génova, volvió Cervantes a Nápoles con el Tercio de Lope de Figueroa que salía antes de un mes para socorrer la Goleta, aunque sin resultados, regresando a Nápoles en octubre. El 15 de noviembre, residía en Palermo, lo atestigua un libramiento a su favor de 25 escudos de a 10 reales castellanos, “los cuales le mandó pagar a buena cuenta de lo que se le debía, el señor Duque de Sessa. Fecha en Palermo a 15 de Noviembre de 1574.” Muy poco después volvió a Nápoles.
 Durante estos años de 1573 y 1574, los periodos entre combates los pasaría en los cuarteles de invierno de Messina Sicilia, Palermo y Nápoles, siendo considerado Miguel de Cervantes como “soldado aventajado”.
Se propuso conseguir entonces una situación social y económica más elevada dentro de la milicia, mediante su promoción, para lo cual obtuvo dos cartas de recomendación, ante Felipe II y firmadas por Juan de Austria y por el virrey de Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de Lepanto.
El 20 de septiembre, sale de Nápoles Cervantes para España, embarcado en la galera El Sol, perteneciente a la escuadrilla que mandaba D. Sancho de Leiva, sin embargo la entrada en combate de las tres naves ante el ataque  cuando costeaban la Provenza y ya casi cuando se avistaba Marsella,  hizo que El Sol que iba más adelantada, quedara aislada de la flotilla, aquel 26 de septiembre, cayendo en manos de los piratas berberiscos que navegaban por estas aguas, siendo apresado Cervantes, junto a su hermano y conducidos como prisioneros del bereber y corsario Arnaute Mamí y llevados a Argel.
Llevaba consigo Cervantes expresivas cartas de recomendación para el Rey, de su hermano D. Juan, pidiéndole le concediese una compañía de las que se formasen para Italia, por ser hombre de mérito. Otra del Duque de Sessa D. Carlos de Aragón, Virrey de Sicilia, en la que escribía a Felipe II, abogando por el valeroso Soldado de Lepanto. Cartas que le fueron incautadas, por las cuales se fijó su rescate en 500 escudos de oro.
Eran rescates pactados, aunque con ventaja para los raptores, como norma general, el proceso se iniciaba por medio de un primer contacto con la familia del cautivo que se llevaba a cabo por uno de los liberados con anterioridad, por medio de moriscos afincados en España o mercaderes comprados por los islamistas que certificaban que su familiar, efectivamente estaba prisionero en Argel. Al mismo tiempo que les comunicaban cuales debían de ser los pasos a seguir para su liberación. 
Los argelinos naturalmente tenían sus preferencias de rescate. Eran los cautivos más pudientes de los que podían sacar más beneficios, es decir jerarcas del clero, judíos ricos, mercaderes importantes, miembros de familias acomodadas y soldados de fortuna, como sucedía con Miguel de Cervantes, al que así creyeron al interceptarle las cartas que llevaba consigo. No solamente era pagadero el rescate por medio de dinero pues, a veces se llevaba a cabo un intercambio de prisioneros.
Servían de intermediarios principalmente los miembros de la Orden de los Trinitarios  y Mercedarios, de cofradías, fundaciones o tripulaciones de navíos mercantiles  que con frecuencia atracaban  en el puerto de Argel.
Es obvio que para los menos pudientes la libertad la veían más lejana. Los cautivos de estas características que eran los más, pasaban muchos años sometidos  en los baños de Argel, como esclavos, como galeotes en sus naves o peor, encerrados en prisiones inmundas y hacinados. Entre ellos se producían muchas enfermedades y muertes, bien por esas circunstancias a las que había que añadir las producidas  en los encuentros bélicos, un motivo más de los islamitas para incrementar sus ataques y reponer las bajas habidas, con nuevas capturas. 
Pues bien vendido como esclavo, Cervantes quedó sometido a sus compradores: Dalí - Mamí y el rey Hazán, con la potestad de disponer de su vida y de su muerte, encerrado  en aquellas cuevas inmundas de Argel, cargado de cadenas, sometido a trabajos forzados, y mientras sus compañeros de cautiverio solamente podían pensar en su libertad si pagaban por su rescate, el indómito Cervantes, cumpliendo con el primer artículo de un Soldado, cuando cae prisionero del enemigo, que es pensar en su fuga, lo intentaría a lo largo de los años de su cautiverio, por cuatro veces.
 Por primera vez a mediados de 1576, dado su audacia y arrojo, nuestro Ilustre soldado en compañía de su hermano Rodrigo, consiguió sobornar a un soldado argelino para que les guiara por tierra hasta Orán que distaba cuatrocientos kilómetros, a su huida se les habían agregado soldados cautivos de la Goleta pero cuando en ello estaban, el sobornado los abandonó, quedando truncada la operación siendo de nuevo conducido a Argel donde ante el rey se constituyó como principal instigador del intento.
En 1577 se intenta, mediante el rescate pactado con su familia por el que se exigía  una cierta cantidad de dinero y que los berberíscos, consideraron después que era insuficiente, por lo que nuestro insigne soldado, haciendo gala de su nobleza y gallardía renunciaría en favor de su hermano Rodrigo, consiguiendo éste su liberación.
Pero en su mente estaba la idea de fugarse a cualquier precio y no cejaba en su empeño por lo que antes de que partiera la expedición de rescate hacia la península, pudo contactar con ellos a fin de que le facilitaran una galera con  la que huir, en unión de otros cautivos. Huyó de Argel en aquella compañía y se refugiaron en una cueva, mientras esperaban la llegada de aquella galera, a donde les había dirigido un cristiano. La fatalidad hizo que este colaborador fuese de nuevo un traidor.  Descubierta la galera antes de llegar a recoger a los refugiados en la cueva, se fue al traste dicho intento.
El rey de Argel, Hazán, le condenó a recibir mil palos, hecho que por arte de birlibirloque y de la predisposición y valentía de Cervantes, no sufrió al hacerse de nuevo responsable único de la tentativa.
Debido a su constancia y voluntad de vencer, la tercera vez lo intentaría de nuevo, en 1578., enviando un emisario al general de Orán. Martín de Córdoba, a fin de que le enviase un espía o varios para que le facilitasen la huida. Fue otro fracaso al ser aquél interceptado.
En 1579 fue el último intento,  tras convencer a un mercader valenciano, El plan llegó a oídos del rey de Argel Hazán Bajá por uno de los prisioneros conocedor de  los proyectos de fuga de Cervantes, que buscaba ser recompensado. Acusado Miguel de Cervantes de urdir el nuevo plan  de fuga, se erigió como único responsable. En esta ocasión y viendo la persistencia de este Soldado decidió Hazán trasladarlo a Constantinopla.
Fue la Orden de los Trinitarios,  cuando mediante una campaña  de redención de cautivos, llevaría a la liberación definitiva  de este insigne militar. La Orden tras obtener el permiso de Felipe II, pone en marcha la campaña mediante la recogida de fondos, para obtener los rescates. Unos fondos a los que se unieron las cantidades aportadas por la madre de Miguel de Cervantes, como de por su  hermana Andrea. La expedición se trasladó a Argel y se presentó ante el Rey Hazán que después de estudiar las propuestas, consintió en que fuese liberado.  Fue uno de los últimos cautivos en ser rescatado.
“En la ciudad de Argel a 19 días del mes de Septiembre de 1580, en presencia de mí el dicho notario, el M. R. P. Fr. Juan Gil, Redentor susodicho, rescató a Miguel de Cervantes, natural de Alcalá de Henares, de edad de 31 años, hijo de Rodrigo de Cervantes y de doña Leonor de Cortinas, vecino de la villa de Madrid, mediano de cuerpo, bien barbado, estropeado del brazo y mano izquierda, cautivo en la galera del Sol, yendo de Nápoles a España, donde estuvo mucho tiempo en servicio de S. M., perdiose a 26 de Septiembre del año de 1575; estaba en poder de Azán Baxá Rey, y costó su rescate 500 ducados de oro de España,….”
El 24 de octubre, embarca  en Argel y en noviembre, llegaba  a Denia, para luego trasladarse a Valencia. Ya en Madrid, partió de nuevo el 21 de mayo de 1581 a Orán, con el fin de cumplir una misión reservada, por encargo del rey Felipe II, y de la que se tiene vagas referencias. Estaba ya de vuelta el 26 de junio en Cartagena, “donde presentó Real cédula por otros 50 ducados, librados a cargo de Juan Fernández de Espinosa, pagador de las armadas, que se le entregaron.”
Tanto Miguel como su hermano Rodrigo, pasarían a prestar sus servicios a Portugal y a las Islas Terceras; él mismo afirma. “Señor: Miguel de Cervantes Saavedra dice que ha servido a V.M., muchos años en las jornadas de mar y tierra [..]  y después de libertados fueron a servir a V.M., en el reino de Portugal y a las Terceras con el Marqués de Santa Cruz y agora al presente [..] Miguel de Cervantes  fue el que trajo las cartas y avisos del Alcalde de Mostagán y fue a Orán por orden de V.M., y después ha asistido sirviendo en Sevilla en negocios de la armada, por orden de Antonio de Guevara…” Se consumía  en julio del año 1583, con ocasión de la segunda victoria en la expedición del Marqués de Santa Cruz a las islas Azores, la vida militar de la que tenemos conocimiento hasta este momento del ilustre Soldado.
Hace cuatrocientos años, falleció el 22 de abril de 1616 a los 68 años y según su propio deseo fue enterrado  en la iglesia  del convento de las Trinitarias Descalzas, agradecido por haber sido esta Orden  de los Trinitarios,  por medio del fraile Juan Gil el que después de cinco años y medio de cautiverio les devolviera  a la libertad, cuando él y su hermano se encontraban cautivos en Argel.
Con tan honrosa Hoja de Servicios, nos dice Armiñan en su obra “Hoja de Servicios”, es lamentable que como tantos valerosos españoles anónimos de las batallas, no se viera recompensado, a pesar incluso, de los testimonios de los alféreces Santiesteban y Castañeda, que dieron constancia, como testigos presenciales del comportamiento valeroso de Cervantes ante el enemigo.
Del más glorioso Soldado español paladín de la lealtad, ejemplo de caballerosidad, del cumplimiento del deber, espíritu de sacrificio hoy conocido en el mundo entero, aunque es mucho el poso dejado con su espíritu a los jóvenes españoles por generaciones, hubiera merecido en su tiempo propuestas acordes a las de un héroe, para que pudiera haber ostentado en su pecho como Soldado, las honras propias de aquella y universalmente conocida hazaña.
Por último, el día 28 de Noviembre de 2016, mediante un acto celebrado en la Escuela de Guerra, en Madrid, cuyo colofón fue la interpretación del Himno Nacional, fue nombrado Primer Socio de Honor de la Asociación Española de Militares Escritores. AEME, siendo como es Coronel Honorífico del Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, un honor y distinción  extraordinaria para el benemérito Cuerpo, considerado como  el más ilustre mutilado, glorioso e inmortal genio de las letras españolas, herido en el combate naval de Lepanto y cuyo retrato o escultura, ocupa y ocupará puesto preeminente en las dependencias del mismo.
                                               Bibliografía:
ARMIÑÁN, LUIS. Hoja de  Servicios del Soldado Miguel de Cervantes Saavedra. Espejo doctrinal de Infantes y caballeros. Eds. Españolas S.A. Almagro 40. Madrid 1941.
CANO DE LA PEÑA.EDUARDO. Ilustración. Óleo Sobre lienzo: Cervantes y Don Juan de Austria. Museo del Prado. Madrid
COTARELO Y MORI. EMILIO. Efemérides cervantinas o sea resumen cronológico de la vida de Miguel  de Cervantes Saavedra. Tipografía de la “Revista de archivos”. Madrid. 1905.
ISABEL SÁNCHEZ. JOSE LUIS. Cautiverio de Cervantes en Argel. Revista Ejército nº 908. Noviembre 2016.
MAYANS. GREGORIO. Vida de Miguel de Cervantes. Madrid 1750
PENNA. MARIO. “El lugar del esquife”, Ed. GRAFICA & C, di Salvi. Perugia.



Monday, March 28, 2016

Una carta desde aquí..

 Querido amigo y compañero  JOSÉ DANIÉL GARCÍA URÍA
Has de saber amigo que aún estas en mi recuerdo, allá donde te encuentres. Tú joven guerrillero que en aquella noche de triste y terrenal, tan lejana  y cercana para nuestro efímero tiempo. por causas que se me antojan extrañas, nos dejabas cuando cumpliendo con el deber para con la Patria, en nuestras queridas tierras asturianas.
Humilde y servicial como eras, en aquellos tiempos donde tu como voluntario de estas Unidades de Boinas verdes, no tenías mayor y mas noble objetivo que cumplir con la promesa de vivir como buen ciudadano. En aquel tiempo realizabas una noble tarea: disponer las viandas para a los mandos de aquella unidad en tiempos de campaña, por eso te conocía tu manera de hacer.
Y fue allí en la Providencia, en lo que hoy es parque disfrutado por todos los gijoneses, donde aún existe tapiado el búnker de hormigón, que habíamos adaptado como dormitorio provisional de nuestras maniobras, donde la fatalidad en una noche oscura, hizo que el cuchillo de combate seccionara tu femoral y se escapara por ella tu vida.
Y en el cuartel vi ya tu cuerpo inerte y estuve velándote y la día siguiente ya en tu casa, fuimos a recogerte y te llevamos en hombros por las calles. Eran los Boinas Verdes de la 72 al completo, compañeros disputándose el tener un lugar bajo el féretro, en aquel emotivo recorrido hasta llegar a la Iglesia.
Y en el Campo Santo de Ceares, depositamos tu cuerpo y en mi oración de íntima despedida, no pude evitar que se me saltarán lágrimas de emoción.

Gracias por tu imagen de noble comportamiento. Si cuando yo muera te parece bien, quedamos donde tu digas José Daniél, para darte un abrazo en compensación al que aquí en la tierra no pude llegar a darte, porque aquella noche ya te habías ido.

Thursday, July 17, 2014

Episodio de un día


El episodio de un día.

Y llego a Valladolid después de una hora de viaje desde Madrid, y lo hacía con tiempo, proyectado y previsto, en busca de unos datos que pensaba encontrar en el Archivo Diocesano. Ya en Campo Grande tomé andando la calle Recondo y después la de Ferrocarril, la larga de Panaderos y López Gómez, finalmente Arribas 1, en la misma catedral.

Aún no eran las diez y me dispuse a esperar. Estaba en obras pero nada me hacía sospechar que mi viaje fuera en vano.

Sentado en la plaza de Cervantes, en uno de los bancos anclados al suelo, observando su estatua en bronce y de pie, sobre un alto pedestal de piedra, espero pacientemente a que abran la catedral cuando a pesar de las horas iniciales de la mañana, ya empezaba a apretar el sol de este verano castellano, haciendo que la sombra mitigara menos su objetivo para el que nosotros, los humanos, pensamos fuese creada.

Y desde aquí me voy fijando en las gentes que deambulan e aquí a allá y de allá a aquí, unos en pie, otros en bici, algunas con su perro y otros con paquetes, libros los estudiantes, cámaras los primeros turistas, todos despreocupados, aparentemente, y unos y otros iban desapareciendo por las esquinas, mientras yo seguía sentado.

La emoción de el encuentro de datos para mi investigación, me habían hecho levantarme muy temprano, de noche a las cinco de la madrugada y estaba somnoliento, absorto, mirando aquellas piedras arruinadas, parte de la antigua catedral que se me antoja fue inmensa en siglos pasados y donde, no los conté, pero me parecieron sembrados doce cipreses muy largos, muy altos, muy delgados, muy puntiagudos, grandiosos, vigorosos, esbeltos y de verde intenso.

Y llegó el momento y la decepción aquellas obras implicaban al Archivo. Una vaga esperanza me hizo iniciarme en su entrada y un funesto cartel prohibiendo entrar a los ajenos a la obra, clavado en su puerta, me hizo retroceder contrariado.

Aún tuve una última esperanza, cuando ya dentro de la catedral, el recepcionista turístico me indicó que fuera a ver a la iglesia próxima, al sacerdote, Era el único que podía solucionarme la papeleta y con esas miras me dirigí al templo donde celebraba la misa.

Estaba ya cerrado, cuando a lo lejos vi una persona andando despacio, hablando por el móvil y a toda prisa me dirigí a él. Cuando llegué a su altura le pregunté si era el párroco, asintiendo.

Le comenté el viaje frustrado y el objetivo del mismo, pero como ya me presumía el hombre se disculpó; la catedral estaba en obras y nada podía hacer, hasta que no se terminaran.

Me despedí de él y desilusionado emprendí el viaje de regreso a la estación, por las mismas calles y llegué a casa, sin datos.

Una vez más estuve en un lugar a destiempo: Otra vez será y será otra historia.




Wednesday, June 18, 2014

Felipe VI. Rey de España.
Desde hoy  a las doce de la noche, hasta que os deje, cuando Dios quiera, este será mi Rey
 

y esta será mi Bandera.
Marcos

Sunday, June 01, 2014

LA BATALLA DE MARGALEF

Durante la Guerra de Independencia, el mariscal Souchet,  como jefe del ejército napoleónico que operaba en Aragón, recibía la orden de tomar la plaza de Lérida, llegando a sus inmediaciones del día  el día 13 de abril de 1810, al mando de 13.000 franceses, para iniciar inmediatamente su asedio, momento en que la defendían 8.000 hombres al mando del general Jaime García Conde. Souchet rodeó la ciudad. 

Los españoles organizaron una fuerza de socorro; Enrique O´Donell al mando de sus divisiones, 9000 hombres, desde Tarragona se dirigió hacia el lugar, para impedir el asedio. Cuando llagaba a Vinaxa el día 22, recibió una carta del gobernador de Lérida, en el que le participaba que la mayor parte de la caballería enemiga se había alejado de la plaza, aunque habían dejado frente a ella unos 300 caballos.

O'Donell resolvió aprovechar la ocasión que se le ofrecía, por lo que el 23 continuó la marcha con sus divisiones y 250 caballos de la Maestranza y húsares de Granada, llegando a las diez de la mañana a Juneda, donde efectuó un alto hasta el mediodía, dejando una de ellas en este lugar, y adelantándose con la otra hasta las proximidades de Margalef, donde la desplegó en orden de combate en tres columnas, la primera en vanguardia, de infantería ligera, donde se encuadraba el subteniente Ramón Anglés, avanzando por el camino real; las otras dos constituidas en flacos, lo hacían bastante más retrasadas.

En un momento determinado, la vanguardia francesa de Souchet, se replegaba hacía las inmediaciones de Lérida, al mismo tiempo que se aproximaba a galope, armando una gran polvareda por el flanco derecho, parte de la caballería enemiga. O´Donell que había permanecido en una casa cercana observando el avance, dio la orden de retirada, que se ejecutó de inmediato.

Las dos columnas de flanqueo al avanzar más retrasadas, efectuaron el movimiento de retirada rápidamente, colocando en sus flacos a la caballería como protección y en posición dos cañones a derecha e izquierda del camino real.

Los franceses sufrieron varias descargas de fusilería, mientras la infantería se veía interceptada con un vivo fuego de artillería. Llegada aquella con dificultad,  formó una columna de ataque, con su punta de vanguardia hacia el flaco derecho del camino, pero la caballería francesa atacó con inusual ímpetu a la española que la puso en completa derrota y en su huida, atropelló a todo el dispositivo de la columna española, que no pudo resistir la carga de los coraceros franceses, siendo derrotada completamente, continuando los franceses en su persecución hasta Juneda, donde fueron contenidos por la división que había dejado O'Donell allí.

Los españoles perdieron en esta acción tres cañones, una bandera, tres estandartes y en poder de los vencedores quedaron 5.617 prisioneros. De esta manera tan aciaga, finalizaba aquella jornada del día 23, dejando una lamentable visión de cuerpos inertes. O’Donell, repuesto en parte de tal contratiempo, pudo juntar parte de su gente, y antes de que se hiciera de noche, retirarse camino Borges Blanques y Montblanch.