Wednesday, November 08, 2006



EL CASTILLO DE MAYORGA
Por Asturquín. 1999
Prólogo
Salvo de la existencia del castillo de Mayorga, en la provincia de Valladolid, hoy derruido, no sabia de ninguna otra fortaleza que llevase este nombre, hasta que andando en mis trabajos de investigación genealógica, me tropecé rastreando el plano de España, con varios toponímicos Mayorga, en tierras de Extremadura.
Uno de ellos, daba nombre a un castillo y a partir de ahí, sentí gran curiosidad; evidentemente, en aquellas coordenadas del plano debió de existir un castillo o aún estaba. Inmediatamente, busqué alguna información al respecto, dirigiéndome hasta la Asociación Española de Amigos de los Castillos.
En una de las obras que pusieron en mis manos, se reflejaba una fotografía, en color, del castillo de Mayorga en Badajoz, reseñando que era una fortaleza medieval, visible desde la carretera a la Codosera y con una pequeña historia, reflejada en poco menos de veinte líneas.
Si no hubiese caído en mis manos, durante el proceso de elaboración de este trabajo, la obra titulada: “Arquitectura Militar de la Orden de Alcántara en Extremadura”, donde su autor D. Antonio Navareño Mateos, expone con detalle muchos de los aspectos referentes al castillo, a buen seguro, esta mía, hubiese quedado lamentablemente mucho mas coja de cómo la presento.
En la obra titulada: “Hechos del Maestre de Alcántara Don Alonso de Monrroy”, su autor, Alonso Maldonado, nos habla de las peripecias que pasó este singular personaje por los castillos de Extremadura y en relación al de Mayorga.
El Castillo de Mayorga, en ruinas, me estimuló a saber mas de su pasado.
EL CASTILLO DE MAYORGA
Los orígenes de esta fortaleza, se pierde en los pasajes de la Historia; su nombre, no fue probablemente éste, por el que hoy lo conocemos, quizás, tuviese nombre árabe la hipotética e inicial atalaya.
Debieron ser los árabes, y no otros, los que construyeron el original castillo y que posteriormente, en tiempos de la fundación de la Orden de Alcántara, fuese ganada para la causa cristiana, aunque, a causa de los grandes deterioros, sufridos por la fortaleza hasta nuestros días, es difícil apreciar con exactitud las tipologías constructivas de sus comienzos.
El castillo, desde los primeros tiempos de la Orden de Alcántara, fue el bastión de la Encomienda de Mayorga, una vez que los árabes fueron retrocediendo hacia el Sur. Probablemente cerca del castillo, hubiese existido un convento, a juzgar por el testimonio toponímico de “Convento Viejo”. Las casas principales de la puebla, se encontraban en la ribera del Alcorneo, donde había cuadras, pajares y una ermita.
El castillo, de planta irregular, haciendo cuerpo con las formas del terreno en donde se asienta, esta situado en uno de los mas elevados picachos de las estribaciones de las sierras del Castaño y de la Caraba, en el actual término de San Vicente de Alcántara. Paraje considerablemente escarpado a Poniente, Mediodía y de pronunciadas rampas al Norte y Levante.
Sobre el propio terreno, puede observarse que la planta no responde al plan concebido, en tiempos de su fundación; posteriormente se fueron incorporando adicciones y añadidos, dando lugar a volúmenes salientes, como consecuencia de ganar terreno habitable. El recinto principal que se conserva, esta muy destruido y la superficie persistente crea un ángulo en forma de “L”, cuya bisectriz toma la dirección Norte.
La fábrica es de mampostería, con abundante cal en algunos paramentos; enlucido y encalado en las paredes interiores de los aposentos. La entrada al castillo, se hace por la unión de los flancos septentrionales, entre dos muros paralelos separados entre si solo por el espacio que ocupa el hueco de la puerta, que esta cubierta con bóveda de cañón rebajado, lo que convierte en un acceso en recodo. Aquí el grosor del muro es considerable, 3,40 metros, y muy bien aquella podría haber estado rematada por una torrecilla o cubo.
El ala occidental, se flanquea al Norte por una muralla de 1,50 metros de espesor. En su parte alta, persisten restos de andenes y troneras, así como angostas aspilleras abocinadas. En el interior, se adosaban a este lienzo unas dependencias que conservan algún muro de mampostería de bastante altura. Debía estar estructurado en dos pisos, separados por un maderamiento, apreciándose los mechinales de las paredes.
Los pocos restos del ángulo suroccidental, se levantan escasamente del nivel del piso, si bien en el exterior, dispone de cortinas bien visibles dado el desnivel del terreno y su situación terraplenada y aterrazada. En todo caso, pueden observarse restos de saeteras abocinadas, así como los andenes, con un espesor total de 1,60 metros.
El ángulo noroccidental, se proyecta algunos metros a Poniente, aunque aquí se han producido mayores pérdidas, persistiendo escasamente los cimientos y algunos muñones de muros. El ala de levante, es la mas urbanizada. A lo largo de toda ella, se conservan gran cantidad de muros interiores y perimetrales, configurando un espacio muy compartimentado, donde debía centrase el núcleo residencial del castillo, extendiéndose de Norte a Sur. Lamentablemente su mayor parte se reduce a las afloraciones de las paredes.
En la esquina suroriental, pueden apreciarse algunos muros de mayor altura y algunos vanos; especialmente en el lienzo de muralla mas meridional y oriental, son notorios los restos de ventanas y arranques de bóvedas. Perpendicularmente a este muro, se hallan tres gruesas paredes que conforman cuatro volúmenes espaciales, limitadas por los correspondientes muros laterales en los extremos. Las tres dependencias se comunican entre si y hubieron de contar con tres plantas cada una, si bien la primera, algo asotanada, está en la actualidad medio cubierta por materiales de derribo.
En los dos volúmenes mas occidentales, se conservan los respectivos arranques de bóvedas de cañón, con que se debieron de cubrir sus dos plantas altas. En el muro exterior, hacia el Mediodía, se contemplan aún tres ventanitas abocinadas, con arcos rebajados de ladrillo, así como un balcón con un asiento embutido y esgrafiado en las paredes. Sin embargo, en los otros dos espacios situados hacia Levante, los desperfectos son mayores, persistiendo tan solo algún vano incompleto; en cualquier caso evidencia su uso como habitación.
El lienzo de Mediodía, entre los sectores occidental y oriental ya descritos, solo cuenta con los andenes y pretiles de la muralla, a escasa altura del suelo interior, aunque por fuera, los lienzos son apreciables merced al acusado desnivel del terreno, escarpado en algunas partes. Este flanco, registra un volumen saledizo que viene a constituirse como un cubo adosado.
En el interior, presenta un aspecto desolador, solo se aprecian algunas afloraciones de piedra viva y una gran acumulación de materiales de derribo, ocupa el área que pudo haber constituido el primitivo patio. En el lado de Levante, persisten algunos muros de lo que fue el aljibe, cilíndrico y semienterrado, muy deteriorado. Se combinan restos que atestiguan las distintas funciones que tuvo el castillo en épocas castrenses y residenciales.
Aunque los elementos conservados son escasos, para precisar una exacta datación tipológica, debemos de decir, que bien pueden corresponder al siglo XIV, con importantes añadidos y reformas, durante el siglo XVI, como luego veremos. El castillo en el siglo XVI, contaba con dos recintos, e incluso en algunos momentos se habla de una tercera puerta, hecho constatado con motivo de la información y tasación que llevan a cabo los Maestros Juan Bravo y Diego de Castañeda en el año 1570, llegándose a pensar que tuviese además un tercer recinto.
Respecto a la barbacana o cerca exterior, es clara su existencia. Ya en 1546, en las condiciones que redacta Pedro de Ybarra, se proyecta hacer de nuevo una buena parte de ésta, desde las caballerizas hasta una esquina situada entre dos cubos flanqueantes, con una extensión de 40 pies. La deficiente conservación de esta barbacana en el siglo XVI, era notoria. Algo mas tarde, en 1557, se incluye en las condiciones de una nueva fase constructiva, la restauración de otro lienzo caído, situado a la izquierda de la puerta de entrada. Aún en el año 1570, se procuran importantes reparos en este recinto exterior, citándose entonces con el nombre de “paredes de coraxa”, en la segunda cerca.
Adosadas a esta barrera, se encontraban las caballerizas. En 1544 se hallaban derribados algunos pretiles situados en sus proximidades. Debían de estar constituidas en dos pabellones, uno llamado “caballeriza principal” y otro llamado “caballeriza pequeña”, sobre las mismas se encontraba un sobrado utilizado como pajar. Flanqueando la barbacana se citan dos cubos, aunque pudo haber otros mas, denominados respectivamente “cubo viejo” y “cubo nuevo”, este último se compartimentaba en dos piezas. Formando parte de este recinto, debía de encontrarse el llamado “corral de la puerta falsa” que en el año 1546, se proyecta alzar la muralla y hacer pretiles y almenas.
El recinto interior, constituía el cuerpo principal del castillo, parte del cual se conserva en la actualidad. Ya en 1565, se encontraba su muralla muy baja en alguna de sus partes. En la carta, fechada en 1561, que Alonso Gasco, Juez de Residencia del Partido de Alcántara, escribe al Rey, manifestándole la necesidad de ser levantada, a la altura que están las paredes de los encasamientos, pues por algunas partes “no sube mas que hasta el terrapleno el suelo primero....”. Por este motivo esta necesidad se proyecta en las condiciones que formula el Maestro Pedro de Ybarra, el 5 de Marzo de ese mismo año, centrándose los trabajos en la parte de Poniente.

Entre los elementos mas significativos que se mencionan, en la documentación histórica, puede citarse, entre otros de interés, algunas torres, cubos y aposentos. “La Torre del Homenaje”, se cita en 1544, debía de encontrarse junto a una de las murallas del patio. En 1570 se concreta su situación junto a la muralla del Mediodía, estando entonces cubierta por un tejado que se necesitaba reparar. Respecto a la “Torre de las Cabras”, solo tenemos constancia de su nombre y la circunstancia que en el año 1546, estaba proyectado rehacer su suelo.
Del llamado “Cubo del Horno”, la información es bastante mas abundante; durante el año 1546 va a ser desmochado y hecho de nuevo. En 1570, con motivo de la tasación efectuada por los Maestros Bravo y Castañeda, se manifiesta que su tejado se encuentra caído. No obstante, pasados algunos años mas, en 1585, debido a su estado de ruina, se decide hacerlo de nuevo, según las condiciones presentadas esta vez por Bravo y Rodrigo Gallego, concretándose su ubicación en el muro de Poniente, frente a la puerta principal. Se dice entonces que era de piedra y barro; concibiéndose en el proyecto en un cuerpo inferior cubierto con bóveda de ladrillo “a medio punto”, con un suelo encima “a espina de pez”, al nivel de la terraza colindante; en el segundo cuerpo, otra cámara cubierta con armadura de madera y tejado, todas las paredes de piedra y cal, disminuyendo su grosor con la altura, cada planta con su puerta y además, algunas luces que pudieran servir de troneras.
El “Cubo de la Mazmorra”, se encontraba arrimado a la puerta principal de la fortaleza. En 1544, según informaron Lope de Hordieta y Hernando Moreno, era necesario su derribo para rehacerlo de nuevo. Efectivamente debió de reconstruirse este cubo, porque en 1570, en la tasación de Juan Bravo y Castañeda, se cita como “cubo nuevo”, junto a la entrada; identificamos el que nos ocupa, figurando en esta nuevas tasaciones de estos dos maestros, la necesaria reparación de su tejado.
Por último cabe mencionar “la Torre del Aljibe”, situada en las proximidades de éste. En 1546, proyecta Ybarra subir las paredes ocho pies de alto, por encima de lo que entonces era el terreno, cubriéndose con un tejado y haciendo una saetera a cada lado. Algo mas tarde, en 1570, se incluirá la reparación de este tejado en la tasación de Juan Bravo y Diego de Castañeda. Las referencias del aljibe se centran, como es habitual, en los sucesivos reparos a que se le somete para evitar filtraciones y escapes de agua.
En lo que respecta a los encasamientos, la información es mas reducida. Parece que las distintas piezas residenciales, se organizaban en torno a un patio que se menciona como “patio alto”, “donde es todo el serviçio de la fuerça della e por donde se entra a las torres el qual esta caydo...”. Sobre este patio, colgaban unos corredores formados por tres arcos de ladrillo, donde descargaban los tejados de la fortaleza, los cuales se necesitaba hacer de nuevo en 1557, sustituyendo los arcos por vigas entre pilar y pilar, según el proyecto que presentó Pedro de Ybarra.
En el año 1561, este Maestro presentó el proyecto de hacer un corredor nuevo en la parte que daba al Mediodía, con tres arcos de ladrillo en el primer cuerpo, con una galería de tres pilares de ladrillo en el segundo, igualando la altura de las paredes antiguas. De este proyecto se conservan las trazas ejecutadas y firmadas por el Maestro.
A partir del siglo XVI, se regula en las Definiciones de la Orden de Alcántara, la obligatoriedad que tenían las distintas dignidades de reparar y mantener en servicio sus casas y castillos; caso contrario, sus titulares serían penados por el Maestre con asistencia del Consejo de Ancianos. En el Capítulo General, celebrado en Madrid en el año 1552, se establecieron determinadas instrucciones que habían de ser aplicadas, con ocasión del relevo en la jefatura de cada Encomienda. Así, cuando un Comendador fuera nuevamente proveído, en el acto de toma de posesión, debía de llevar un traslado de la descripción anterior, con lo cual se podía averiguar si los posibles deterioros de tal o cual fortaleza se habían producido durante el mandato de su antecesor.
Tras aprobar la realización de una obra, los primeros requisitos técnicos se centraban en la tasación de las necesidades, tanto en el aspecto arquitectónico, como en el presupuestario. Hasta pasada la mitad del siglo XVI, las trazas y condiciones eran realizadas únicamente por el Maestro Mayor y generalmente en la justificación del importe se hacía constar los conceptos: tiempo empleado, gastos de desplazamiento y trabajo. Pedro de Ybarra cobró tres ducados, por las condiciones del castillo de Mayorga en el año 1557, en donde se incluía el acondicionamiento del camino de acceso.
La publicación de una convocatoria, para general conocimiento de los Maestros que estuviesen interesados en la realización de cada una de las obras, se llevaba a efecto mediante los correspondientes pregones, en las localidades afectadas y en las villas de las comarcas; solía ser durante un periodo de treinta días. El día establecido se llevaba a efecto la puja o subasta para adjudicar la obra. Los distintos Maestros, participantes en el concurso público presentaban su oferta o “postura”, realizándose bajas sucesivas hasta ser adjudicada al que pusiera el mas bajo precio.
Normalmente, el sistema de trabajo era a destajo; el Maestro contratista recibía el presupuesto total rematado en varias pagas, cuyo monto se había de aplicar a los distintos capítulos de la obra, tanto materiales como sueldo de los Obreros y Maestros. En el año 1554, los Oficiales ganaban diariamente durante los trabajos realizados en el castillo de Mayorga, 2,5 reales, es decir 85 maravedís; los Peones cantidades que oscilaban entre 34 y 40 maravedís.
Los gastos de construcción y las inversiones que se realizaban para mantener los castillos, en las mejores condiciones, eran muy elevados, pero eran necesarios ya que eran los baluartes donde se apoyaban los reinos. Con anterioridad al año 1543, solo se tiene noticia documentada del periodo comprendido entre 1522 y 1534, periodo durante el cual, es receptor de los maravedís que estaban consignados para las obras y labores de las fortalezas y posesiones de la Orden de Alcántara, Frey Francisco de Ovando y que se elevaron a un total de 3.072.398 maravedís, de los cuales 439.814 correspondieron a los gastos de reparación del castillo de Mayorga, que con el de Alcántara y el de Piedrabuena, se llevaron la parte del león.
El castillo de Mayorga, va a sufrir otras importantes reparaciones a lo largo del siglo XVI, con inversiones que van a acercarse al monto del millón cuatrocientos mil maravedís, en un total de diez intervenciones: 623.114 mrs. Durante el segundo cuarto de siglo; 535.740 mrs. En el tercero y 215.000 mrs. en el último.
Entre 1523 y 1534, se llevan a cabo una serie de pagos para financiar las obras que entonces se ejecutan. El albañil Francisco Pedrolo cobra en 1523, 68.5000 maravedís. Francisco de la Cuesta, 30.000 en 1524; 15.5444 mrs. en 1529; En 1530 tres cantidades: 15.186, 24.330 y por último otros 15.186 maravedís. El Maestro albañil Sebastián de Huete, cobrara también tres pagas entre 1528 y 1530, dos de 26.666 y una de 41.004 maravedís. Todos ellos trabajaron en el castillo. El Comendador de Mayorga, D. Sancho de Sotomayor, recibió distintas cantidades para afrontar estas y otras obras, que se elevaron a 439.814 maravedís y que sirvieron en parte para el pago a los anteriormente mencionados personajes.
Siguiendo las directrices de una Provisión de Carlos I, dada en Valladolid el 5 de Septiembre de 1543, llegó hasta el castillo el Alcalde Mayor Diego de Chaves, en compañía del Maestro Gaspar López, a fin de llevar a cabo la inspección y tasación de las obras necesarias. Observaron durante la visita que el cubo situado junto al aljibe, estaba en estado deprorable y que había grandes desperfectos en varios lienzos, adarves y pretiles. Una vez notificadas tales deficiencias, fueron denunciadas al Gobernador del Partido D. Diego López de Toledo, uniéndolo éste en su informe y remitiéndolo al Rey a finales del verano de 1544.
Posteriormente se va a efectuar un informe mas concreto y específico a cargo de los Maestros Hernando Moreno, López de la Hordiete, con Alonso Hidalgo, del cual se hace referencia en la Provisión Real de Carlos I, dada en Valladolid el 2 de Agosto de 1544, en la cual también se ordena redactar las condiciones de la obra.
Los trabajos se iban a centrar en el cubo de la Mazmorra, el cual debía de ser derribado y rehecho de nuevo, a base de piedra, cal y otras peculiaridades ya descritas anteriormente. Se contemplaba la reparación de un portillo junto a la torre del Homenaje, acabar unos pretiles en el muro y otros junto a las caballerizas; también había de llevarse a cabo algunas zonas que habían sido contraminadas. A finales de 1544, se ordena poner la obra en pregón, siendo rematada en los primeros meses del siguiente año en Bartolomé Moreno, vecino de Alcántara, quien cobró por ello 100.000 mrs. Inmediatamente se inician las gestiones para una nueva intervención arquitectónica.
Surgen, como en toda obra que se precie, nuevos problemas durante esta intervención, desembocando en la Provisión Real de Carlos I, dada en Madrid el 25 de Noviembre de 1545, con el fin de remediar algunas torres y murallas situadas a escasa altura, realizando lienzos y almenando mas arriba. Por ello son enviados al castillo, para tasar las obras, Pedro de Ybarra, Diego de Castañeda y Pedro Villegas.
Como consecuencia se redacta una nueva Provisión Real, con fecha 13 de Julio de 1546, por la que se ordenaba la Gobernador de Alcántara, realizase las diligencias y pregones necesarios para su remate. El 12 de Octubre de 1546, se presentan en Alcántara las condiciones elaboradas al efecto por Pedro de Ybarra, so sabiendo a ciencia cierta quien fue el artífice de los trabajos.
En la década siguiente se iban a realizar nuevas obras. Ante la petición de D. Luis de Zúñiga y Ávila, Comendador Mayor de Mayorga, se extiende una nueva Provisión Real para el Castillo; dada por Felipe II en Valladolid el 25 de Octubre de 1556, se establecen las normas para iniciar las gestiones de aprobación e iniciación de las nuevas obras. En ella se reproducen los detalles denunciados por el Comendador, referentes a desperfectos de adarves, patio alto, arcada, puertas y cisternas. “.....quel adarve prinçipal de la dicha fortaleza de la dicha encomienda de mayorga se a caydo un gran pedaço de tal manera que por lo abierto del dicho adarve se puede entrar esalir de la dicha fortaleza e ansy mismo el maderamiento sobre que esta un patio alto de la dicha fortaleza ques dondesta el serviçio de toda la casaesta para se caer e solamente se tiene en unos pilares que se an puesto para que se sustenten en unos arcos questan sobreel dicho patio que vienen de una torre de ladrillo que sostienen unos tejados estan todos abiertos e para se caer.....”. Me imagino como estarían aquellas gentes, viviendo en tan precarias condiciones y expuestas a que se derrumbaran sus casas. No sería de extrañar que le costara el puesto, a algún Alcaide del Castillo por la desidia y llegar a aquellos extremos.
Desde el 9 de Diciembre de 1556, el Gobernador del Partido, D. Diego López de Silva, iniciará distintas gestiones, comenzando por las “provanças”, entre varios testigos. Declararían Diego Vaca, lo mas probable se tratase de Diego Vaca de Mayorga, Señor de Val–Despino, como Alcaide de la fortaleza; Alonso Sánchez y Francisco Rexas como guardas de ella; Asensio Hernández, Maestro de Obras, que coincidieron todos en lo expuesto. El 8 de Marzo de 1557, el Gobernador va a encargar a los Maestros López de la Hordieta y Asensio Hernández la valoración del costo, tasándose en 90.000 maravedís.
Salvados estos trámites, el 13 de Mayo de ese mismo año, se extiende en Valladolid la Provisión Real definitiva, para que se pregone y remate la obra, indicándose al mismo tiempo al Gobernador que Pedro de Ybarra fuese el que señalase lo que correspondía a los fuertes y encasamientos, deduciéndose con ello la confianza que depositaba el Rey en este Maestro en obra que requería seguridad estructural. El mismo mes de Mayo, va a realizar Ybarra las condiciones, detallando el contenido de los trabajos a realizar y dándose un plazo de dos meses para su realización. Por causas desconocidas la obra fue rematada finalmente a comienzos de 1558, por Bartolomé Moreno en 77.000 maravedís. La muerte de este Maestro en los primeros meses de ese año, en que se disponía a iniciar la obra, hizo que fuese su hermano Francisco Moreno quien se encargara y rematara.
Se conoce una carta de poder, fechada en Alcántara el 15 de Febrero de 1558, por la que Francisco Moreno y Ana de Saavedra, viuda de Bartolomé, se comprometían a la ejecución del proyecto. El 28 de Julio del mismo año, Francisco Moreno, ya había iniciado la construcción.
Otras obras se suceden en los años sesenta. En una Provisión Real de 9 de Noviembre de 1560, se señala que se vean las necesidades del castillo a Pedro Ybarra u otro Maestro. El 16 de Enero de 1561, al ser presentada esta Provisión ante el Gobernador del Partido en Alcántara, se producen las declaraciones de varios Maestros: Pedro de Ybarra, Diego de Castañeda y Diego de Melchor, quienes se manifiestan en el sentido de la necesidad de alzar algunas de las paredes de la fortaleza que al parecer, estaban muy bajas. Todo ello es comunicado al Rey, en carta del Juez de residencia del Partido, D. Alonso Gasco, redactada en Febrero de 1561. En la misma se calcula que el costo de los recrecidos de las paredes podían costar entre 55.000 y 60.000 maravedís.
Para su resolución se efectúa en Toledo, una definitiva Provisión de Felipe II, fechada el 5 de Febrero de 1561, en la que se ordena los pregones y remate de la obra. Hará las condiciones Pedro de Ybarra, quien el 5 de Marzo de ese mismo año, las presenta en Alcántara. En las mismas se incluye el realizado de la primera muralla hacia el Poniente, la cual debía de subir hasta el alto del aposento que hacía en ese momento Diego de Castañeda; así mismo, se harán tres arcos de ladrillo en el lado de Mediodía, con tres pilares encima; por último, habían de subirse las paredes de la muralla a lo largo de las caballerizas. La obra sería rematada por Diego de Castañeda, habiéndose realizado mas de la mitad el 4 de Septiembre de 1561. La cifra total del valor de la construcción ascendería hasta los 870.000 maravedís.
Desde luego, parece que en este siglo le estaban saliendo todos los males a esta fortaleza, pues no se terminaba de rematar una obra cuando aparecían destrozos en otros lugares. El 5 de Noviembre de 1569, Felipe II, extendía una nueva Provisión para el Castillo y relativo a la reparación de un pedazo de muralla que se había caído, junto al patio, frontero al algibe, y que al parecer, estaba para caerse la torre vieja, además el mismo algibe perdía agua.
Para solucionar estos nuevos problemas, se desplazaría a la fortaleza el Alcalde mayor Juan de Torres de Ávila, en compañía del Maestro Juan Bravo y Diego de Castañeda, que realizaron su informe con fecha 7 de Abril de 1570. Aglutinan las intervenciones precisas en dos conceptos, separando los gastos de lo fuerte, que ascienden a 329.740 maravedís, y encasamientos que suman 25.000. Tras la definitiva Provisión Real a finales de 1570 y el informe específico realizado en Febrero del año siguiente por Diego de Castañeda, López de la Hordieta y Fabián Pérez, se producirá el remate de la obra en Diego de Castañeda, quien pide la segunda paga el 20 de Octubre de 1572.
A mediados de 1573, debe de estar terminada la obra, habiéndose incorporado algunas mejoras con un importe suplementario de 24.000 maravedís. Dieron informe favorable los Maestros Juan Bravo y Diego de Santillana, enviados a Mayorga a este efecto. Por último, tenemos constancia de la realización de otras obras entre 1585 y 1586. El 2 de Febrero de 1585, se van a presentar ante el Visitador General D. Bartolomé de Villavicencio, las condiciones de Juan Bravo, por entonces Maestro Mayor y, Rodrigo Gallego, para la consecución de reformas, esta vez, en el llamado cubo del Horno, murallas y caballerizas.
Acudirán al remate efectuado en Valencia el 26 de Marzo de 1585, los Maestros Diego Galvis, Francisco Cortina y Francisco Alonso, siéndole adjudicada la obra a Domingo Díaz. El remate ascendió a 215.000 maravedís, estando ya comenzada la obra en Enero de 1586.
El material con el que fue construido el castillo, como el de casi todos los pertenecientes a la Orden de Alcántara, era base de “piedra berroqueña”, en sillares bien encuadrados, sillarejo o mampostería. Característica también es la “pizarra”, junto al material granítico. En Mayorga se empleó la piedra de “Villares” a mediados del siglo XVI. La arena fue un material muy importante en su construcción, que mezclada con cal iba a constituir el conglomerado o mortero básico, empleado en las obras de albañilería; en los encalados, se empleó la arena fina y delgada: “tanto cal como arena y el arena que sea delgada y çernida”. En la fabricación del mazacote se empleó, por el contrario, arena gorda: “cal y arena gorda y polvo de ladrillo”.
En las terrazas, andenes y aljibe, así como para los suelos del castillo de Mayorga, para dejarlos muy lisos y pulidos, se utilizó la sembrilla, constituida con la mezcla de cal, arena y polvo de ladrillo o teja que aplicada en una masa, de uno a tres dedos de grueso, se echaba en seco y se bruñía con aceite. Como materia impermeabilizadora se empleaba el betún.
Aunque el adobe, en las fortalezas de la Orden de Alcántara, no se llegó a emplear de forma rutinaria, sin embargo, hubo casos en que este material formó parte del amurallamiento en ciertas épocas, en algunas fortalezas, como sucedía en la de Mayorga y que fue una de las causas que llevaron a la reparación de uno de sus lienzos. En 1546, cuando el Maestro Mayor, Pedro de Ybarra, hace las condiciones de ciertas obras en el castillo, señala que había un pedazo de pared hecha de adobe, la cual debía ser sustituida por otra de piedra y cal; “...lo que esta hecho de adobes que es un pedaço junto a esta pared se quite e haga de piedra e cal...”.
Las maderas que se usaron en Mayorga, fueron para los enmaderamientos y entreplantas, es decir tocones, cuartones, vigas o tablas; el alcornoque se usó preferentemente para las vigas y el roble para el amaderamientos de los aposentos y para las torres.
Para las puertas se empleó el castaño y el pino. La encina se empleó para las de mayor consistencia, es decir para las de las torres y barbacanas, además del alcornoque. Se utilizó también madera cortada de la dehesa propia del castillo y de la Encomienda, ya que el constructor tenía el derecho a conseguirla de esta forma de una manera gratuita: “..que corte la madera neçesaria a la dicha obra en al dehesa de esta fortaleza”.
Los precios que se contrataban para las obras en el castillo de Mayorga, eran los siguientes: Una carga de piedra importaba la cantidad de cinco maravedís, que debía de ser pequeña a juzgar por el bajo costo. El precio de una fanega de cal en un real. La carga de arena, a seis maravedís. El ladrillo costaba un maravedí por unidad, coste igual al de una teja. Una docena de tablas de roble, para techos, costaba entre 4 y 5 mrs; mientras una docena de chilla costaba comprarlo para el castillo de Mayorga por el año 1544, 6,5 maravedís.
De la documentación consultada, se deduce que fueron unos 172 los Maestros que trabajaron en las diversas obras, llevadas a cabo en las fortalezas de la Orden desde los siglos XVI al XIX. De ellos 136 lo hacen a lo largo del siglo XVI. Pedro de Ybarra, va a ser el gran responsable de las restauración del de Mayorga. En los años 1545 y 1557, realiza informes sobre el estado de la fortaleza y tasación de las obras del mismo, siendo sin duda la realización de las trazas del castillo y las condiciones, la tarea donde este Maestro mas se aplicó, poniendo de manifiesto sus cualidades, como arquitecto.
Pero, hablemos de la historia relacionada con nuestro castillo:
El núcleo germinal de la Orden de Alcántara, parece que se formó con territorios donados por el Monarca Alfonso IX y parece verosímil, como ya se ha apuntado en un principio, que las fortalezas llevasen los nombres castellanos o cristianos de los primeros caballeros que tuvieron en ellos su habitación y así no ofrece muchas dudas que el de Mayorga, llevase desde un principio, el sobrenombre de un caballero castellano, quizás antes, se denominara con un nombre de origen árabe, puesto que estaba en tierras de su demarcación.
Cuando el Papa Lucio III, confirma la Orden por segunda vez, en el año 1183, encontramos relacionado en la Bula de la fundación de la Orden, los bienes de la misma, que eran Sant Julíán del Pereyro con sus términos, Herrera, Colmenar, Almendraseca, La Granja de Fonseca, continuando la Chrónica de Alcántara que, “después el Maestre don Frey Benito y los otro sus sucesores, juntamente con sus Freyles Caballeros, adquirieron otros muchos bienes, ansi villas y castillos que ganaron de Moros, como otros grandes heredamientos en los partidos de La Serena y de Alcántara”.
Durante el reinado de Alfonso IX y en el año de 1212, se va a producir la recuperación de las tierras de la sierra de Gata, con los emplazamientos de Almenara y San Juan de Mascoras (luego Santibañez) entre otros. Al año siguiente se llega hasta Alcántara, hecho que va a marcar un hito, de gran interés militar y psicológico, pues, de aquí en adelante, se va a producir un imparable avance cristiano en toda la región.
En tiempos del rey D. Alonso, sabedor éste, que los Moros habían tomado villas y castillos en tierras de Extremadura, decidió trasladarse con sus huestes a ellas, para reconquistar estos lugares que eran zona de su conquista. Pudiera ser que la historia de nuestro castillo, siguiera las mismas o perecidas vicisitudes que el resto de las fortalezas fronteras, esto es que tan pronto estaba en manos sarracenas, como en manos de cristianos.
El establecimiento del Convento de la Orden, desde San Julián de Pereyro a la villa de Alcántara, a partir de 1218, hizo que pasase a denominarse Orden Militar de Alcántara, siendo Maestre de la Orden D. Diego Sánchez. En el año 1220, se amplía el territorio tras la reconquista de Valencia de Alcántara, tiempos en que pasarían a denominarse Partido de Alcántara.
Sus Caballeros, se incorporaron al Ejercito del Rey de León, en la villa de Coria, cuando una vez efectuada su salida de Zamora, se dirigió hacia el castillo del Portillo en las sierras próximas a la villa de Ceclavin, tomando la fortaleza, después de un duro combate. Desde este lugar se trasladaron al castillo de Montanchez, tomando también la fortaleza a los Moros, y donde murieron muchos cristianos, entre los que se encontraba el propio Maestre D. Diego Sanchez, ocuría el año 1227.
El castillo de Mayorga, junto con el de Azagala y Piedrabuena, en el año de 1264, es mencionado con motivo de la confirmación de la conveniencia entre la Orden de Alcántara y la ciudad de Badajoz. Torres Tapia, cita Comendadores en la fortaleza de Mayorga desde el año 1335, sucediéndose ininterrumpidamente hasta los tiempos mas modernos. Sin embargo, a los pocos años, con motivo de la súplica del Concejo de Valencia al Maestre Nuño Chamizo, para que les confirmase el fuero y privilegio que tenían de los Reyes y Maestres anteriores, entre otras mercedes, les concedió a los valencianos el derecho a gozar de las heredades que tenían en el término de Mayorga, impidiendo a éstos, acotar prados y egidos sin licencia, lo mismo que ocurrió en Esparragal y Herrera. Sin embargo en este caso permitió también a los vecinos de Mayorga que gozaran asimismo de las heredades que tuvieren en término de Valencia.
A la muerte del Rey D. Sancho de Castilla y León sucedió su hijo Fernando IV El Emplazado que tuvo serios problemas, para conservar sus reinos. Tenía por sus enemigos, al Infante D. Juan, hermano de su padre y a D. Alonso de la Cerda su primo; en favor de D. Alonso estaba el Rey de Francia y el de Aragón a favor de D. Juan el de Portugal, D. Dionis que entró en Castilla con un poderoso ejército, apoderándose de algunas villas y castillos en la ribera del río Quoa. El Maestre de Alcántara estuvo a favor del Rey D. Fernando IV.
El de Portugal tomó por la fuerza la fortaleza de S. Julián del Pereyro, haciéndose mas tarde la paces entre España y Portugal, no llegándose a recuperar por parte de la Orden sus castillos, entre ellos el de Mayorga, por haberse dado al Rey de Portugal. Esto sucesos ocurrían en tiempos del Maestre de la Orden D. Fernán Perez que falleció en el año de 1296.
En tiempos del Maestre D. Gonzalo Nuñez de Oviedo, privado del Rey D. Alonso, con motivo de la venganza de la reina Dª Leonor de Guzmán por estar enojada contra el Maestre, a causa de que éste, no votó por su hermano D. Alonso Meléndez de Guzmán para que fuese Maestre de la Orden de Santiago, el Rey lo mandó llamar a la Corte de Madrid, cuando se encontraba en Xerez de la Frontera, enviando una carta al Alcalde para que lo prendiese y lo llevase si no fuera el Maestre de motu propio.
No se avino a tales pretensiones reales y pasó por las villas y castillos de su jurisdicción, haciendo tomar a los Alcaydes homenaje para que no diesen entrada en ellos al Rey, al mismo tiempo que hacía llegar al Monarca la postura que había adoptado. Después de pasar por los castillos de Magacela, Benquerencia y Alburquerque, se hizo fuerte en el castillo de Valencia de Alcántara, con gentes que le eran fieles, entre los que se encontraban mas de un Caballero asturiano.
Alfonso XI llegó hasta las puertas de la fortaleza y después de tratar de convencer al Maestre, para que se rindiese, entró en el castillo al día siguiente, haciéndole prisionero y condenado a muerte por el Monarca, fue degollado. Los que les calumniaron, haciendo que el Rey se equivocara respecto a su persona, morirían de la misma forma; el año 1338. Al nuevo Maestre de la Orden Nuño Chamizo, le fueron entregadas “las fortalezas de Valencia de Alcantara, Piedrabuena, Santibañez y otras de la Orden”, posiblemente la de Mayorga, cerca de la de Piedrabuena, sería una de ellas.
Cuando estaba al frente de la Orden de Alcántara el que hacía el número XXVI de los Maestres, Don Diego Martínez, Comendador Mayor, transcurría la era de mil cuatrocientos trece, año 1375, reinando en Castilla y León Don Enrique II; el castillo de Mayorga lo regentaba en esta fechas Frey Alonso Tello, del cual era su Comendador.
Años mas tarde fue elegido el XXIX Maestre de Alcántara, Don Martínez de la Barbuda, nacido en Portugal. Se incorporó a Castilla a causa de la muerte de su Rey Don Fernando de Portugal sin dejar descendencia varonil, heredando el trono de Portugal Doña Beatriz, a la sazón Reina de Castilla y mujer del Rey Juan I.
Se subleva entonces el Rey de Portugal Don Juan, Maestre de Avis. Don Martinez de la Barbuda, Comendador del castillo de Mayorga, no le quiso seguir ya que entendía que Don Juan no tenía derecho sobre el reino de Portugal, interviniendo en favor de la Reina de Castilla en la batalla de Aljubarrota, hecho que le valió para que el Rey de Castilla le nombrara Maestre de la Orden de Alcántara en el año de 1385.
Corrían tiempos en que por parte de los dos bandos, castellanos y portugueses estaban enzarzados en tomas y conquistas de castillos fronteros, llevándose la palma el de Portugal sobre las fortalezas de Extremadura, destacándose el de Valencia de Alcántara. Por este motivo, el Maestre Don Martínez juntó hasta seiscientos de a caballo y muchos peones de Extremadura para tomársela al Capitán Caballero portugués que la ocupaba, Martín Freire, que se rindió al cabo de muchos meses de asedio. En este cerco seguramente intervinieron gentes del castillo de Mayorga, pues en este tiempo lo gobernaba como su Comendador Frey Fernán González Chacón, hijo de Gonzalo Chacón y hermano de Ruy González Chacón que a la sazón era Comendador Mayor de León de la Orden de Santiago.
Años mas tarde, cuando quedó vacante el Maestrazgo de la Orden, por la muerte del Maestre Don Fernán Rodriguez de Villalobos, tuvieron los Comendadores y Caballeros de la misma que reunirse en asamblea para nombrar al nuevo Meestre. Asi estaban cuando el Infante Don Fernando, hijo del rey Don Juan I de Castilla y León y de Doña Leonor Sanchez de Castilla, hija de Don Sancho, Conde de Alburquerque, se enteró de la falta de acuerdo entre aquellos.
Desde la Corte, que había reunido en Guadalajara, mandó el Rey llamar a Don Sancho de Roxas, Obispo de Palencia y después Arzobispo de Toledo, para decirle que había pensado nombrar como Maestre de la Orden a su hijo Don Sancho, diciéndole el Obispo que convendría que esta decisión fuese apoyada por los Comendadores de la Orden.
Fue así como llegó la consulta hasta el Convento de Alcántara, donde estaban en asamblea y después de grandes debates concertaron, por la intersección del Comendador Mayor, elegir al hijo del Rey como Maestre de la Orden. Corría el año de 1408 cuando fue elegido el Infante; no obstante debido a su minoría de edad, tenía tan solo ocho años, y una vez aprobado todo el proceso por el Papa, fue nombrado como Coadjutor y Gobernador del Maestrazgo hasta su mayoría Frey Juan de Sotomayor y como Clavero Don Diego Ruíz de Ribera. Frey Gutiérrez de Sotomayor Comendador del castillo de Lares; Frey Juan Mendez Comendador del castillo de Magazela; Frey Alonso Gutierrez de Randova, Comendador de las casas de Calatrava; Frey Francisco Vélez Comendador del Castillo de Benquerencia; Frey Gonzalo García de Valdés Comendador de Ceclavín; Frey Diego Pérez Quijada Comendador de Batumbera; Frey Fernan Gonzalez de Castañeda Comendador de la fortaleza de Magdalena; Frey Pedro Núñez de Guzmán Comendador de diezmos; Frey Martin Sánchez de Velasco Comendador del castillo de Castilnovo y Frey Alonso Centellas Comendador del castillo de Mayorga.
Pasaría después el gobierno del castillo de Mayorga a manos de frey Diego Pérez de Ribadeneira como su Comendador.
Cuando estaba al frente de la Orden el Maestre D. Gómez de Cáceres y Solis, éste casó una hermana suya con un Hidalgo de Trujillo, Francisco de Hinojosa, o de Cáceres. Esta boda se celebró en Cáceres y claro está estaban presentes el Maestre, con muchos Caballeros de la Orden que participaron junto con otros seglares de Extremadura, en las fiestas y juegos preparados para la ocasión. Se había hecho un tablado muy alto, para que los Caballeros lanzasen varas sobre él. D. Alonso de Monroy, Clavero de la Orden de Alcántara, tomó una lanza jineta en lugar de varilla y la arrojó sobre el tablero, al mismo tiempo que pronunciaba algunas palabras de mofa hacia los demás Caballeros, en sentido de demostrar su debilidad y hombres de poca fuerza. Estos se ofendieron por ello, particularmente el novio que quiso vengarse en otro juego de cañas.
En este juego le lanzó dos cañas a D. Alonso de Monroy directamente a al cara que pudo esquivar, viendo una clara mala intención del contrayente de la ceremonia nupcial; D. Alonso salió entonces en su persecución lanzándole una caña y pegándole en el calzo por detrás, lo derribó del caballo. En su ayuda acudieron los cuñados y hermanos del Maestre, e intentaron matar a D. Alonso que se defendió, pero fue prendido por el Maestre, enviándole preso al Convento de Alcántara, de donde escapó tiempo después.
Don Alonso de Monroy reunió a algunos que le eran fieles y deudos y tomó por la fuerza en venganza de lo que le había hecho el Maestre, los castillos de Robredillo y Trebejo, agregándosele hasta ochenta hombres de a caballo e iniciando así una guerra por las tierras de la Orden. Llegó a tomar de la fortaleza de Magacela y Azagala. Esto fue aprovechado por el Rey D. Enrique, que escribió a D. Alonso de Monroy para que siguiera guerreando contra el Maestre, aceptando y pidiendo ayuda a su hermano D. Fernando de Monroy, de la Villa de Belvis, dándole la ayuda que le solicitó a pesar de que también él estaba haciendo la guerra a su primo D, Fernando de Monroy El Bezudo primo suyo y Señor de Monroy.
De esta forma, juntó el Clavero de la Orden de Alcántara hasta 200 caballos y 300 peones, marchando hasta la Villa de Coria, que la había tomado el Maestre, en favor del Rey D. Alonso de Portugal y que tenía el hermano de aquel, Gutierrez de Cáceres. Tomó la fortaleza fácilmente en un descuido de sus guardias. Enterado de ello el Maestre se dirigió con su gente a socorrer a su hermano e intentar reconquistarla, cercándola por espacio de nueve meses. Como al cabo de este tiempo no recibiera D. Alonso de Monroy ninguna clase de ayuda se estableció un pacto entre ambos bandos, por el que el Maestre se quedaba con La fortaleza de Coria y “D. Alonso de Monroy con las “Encomiendas de Piedrabuena y de Mayorga con sus castillos respectivos”.
No deja de tener protagonismo el castillo, las enemistades entre el Maestre y el Clavero de la Orden Don Alonso de Monrroy Señor de Deleytosa, Belvis y Almaraz seguían tensas, y cada vez iban a mas, hasta tal punto que éste último hizo elegir Maestre de la Orden al Comendador Don Alonso, hijo de Doña Juana de Sotomayor, tenía trece años cuando tomó posesión, siendo aprobado por el Rey este nombramiento y confirmado por el Papa motivo por lo cual el Maestre hizo una nueva Liga para hacer la guerra al Clavero. D. Alonso salió de Alcántara, en dirección al castillo de Montanchez, que lo había usurpado la Orden de Santiago, al mismo tiempo que pedía apoyo a su primo Fernando de Monroy, Señor de Monroy, pidiéndole hueste, ofreciéndole a cambio dos Encomiendas para dos hijos suyos; una vez prestada la ayuda que demandaba el Rey Castellano, consistente en 60 caballos y 100 peones, “pasó la Encomienda de Mayorga conjuntamente con su castillo a uno de los hijos del Señor de Monroy; corría el año de 1437”.
A Don Alonso de Monroy no quisieron algunos Caballeros de la Orden reconocerle el Maestrazgo, con lo que se dispuso a hacer valer sus derechos y junto a sus leales puso cerco a varios castillos de la Orden, Zalamea, Benquerencia y Magazela. Francisco de Solis que tenía la fortaleza de Magazela quiso vengarse del Maestre, metiéndole en una encerrona con falsas promesas, siendo de esta forma hecho prisionero, haciéndose nombrar por la fuerza Francisco de Solis en Magazela Maestro electo de la Orden por la fuerza.
Don Alonso de Monrroy se salvó de ser ejecutado gracias a la intersección de algunos Caballeros que por tal motivo, se decidió dejarlo preso en el castillo de Magacela, saliendo de esta fortaleza Francisco de Solis a tomar el resto de las posesiones de la Orden. Eran tiempos del reinado de D. Enrique IV, y corría la década 1450 -1460. En el transcurso de este periodo, viendo las desavenencias en la Orden, la Duquesa de Plasencia Doña Leonor Pimentel, solicitó del Rey Don Enrique la posesión del Maestrazgo de la Orden, convenciendo al Papa para que pasase a manos del hijo de la Duquesa Don Juan de Zuñiga.
Al cabo de siete meses desde que fuera hecho preso Don Alonso de Monroy, consiguió escapar de su prisión aprovechando el descuido de sus carceleros y mediante unas cuerdas anudadas de ballesta que había conseguido, se deslizó por los muros de la fortaleza valiéndose del ardiz de usar los calzos como guantes con el fin de no quemarse las manos; no obstante de conseguir salvar el muro se rompió una pierna y con ella así saltó al exterior. Cuando llegó a oídos de Francisco de Solis emprendió una búsqueda por los bosques cercanos al castillo, hasta que consiguió dar con él escondido entre los matorrales de un llano donde se había refugiado. Esta vez lo metieron en una mazmorra del mismo castillo, en la que iba a estar bastante mas tiempo.
El año 1474, murió el Rey Don Enrique IV, sucediéndole en estos reinos la Princesa Isabel y por ella Don Fernando Rey de Aragón. Don Francisco de Solis se alió con los Reyes Católicos para combatir a Don Alonso de Portugal, que pretendía ser nombrado Rey de Castilla. Fue herido de un escopetazo, así como el caballo que montaba, con tal mala fortuna que una pierna quedó atrapada por el cuerpo del animal, como no podía levantarse del suelo solicitó ayuda; así lo vió un tal Golondro, incondicional de Don Alonso de Monrroy, que lejos de hacer lo que le pedía, muy al contrario desenvainó su espada y de un espadazo le seccionó la cabeza al mismo tiempo que decía: “Así pagas la traición que le hiciste a mi amo”.
Cuando esta noticia llegó hasta Magacela, sus carceleros cambiaron de actitud; algunos Caballeros, juntamente con su carcelero en Magacela, Soto, que era el Clavero por entonces de la Orden, llegaron al acuerdo de liberar a Don Alonso, esto sucedía en el año de 1477. Partió Don Alonso de Magacela hacia el castillo de Montanchez y comenzó a guerrear por su cuenta con algunos de sus leales, contra Don Juan de Zúñiga que se decía Maestre de Alcántara.
D. Alonso de Monroy fue a solicitar de los Reyes Católicos se le volviera a reintegrar en el cargo, y se le devolviesen las posesiones que le pertenecían. No consiguó lo que fue a solicitar, y por ello a la vuelta a tierras extremeñas determinó resistirse por la fuerza a la usurpación de su Maestrazgo. Entabló alianza para ello con Dª María Pacheco Condesa de Medellin, tomando los castillos de Mayorga, Castilnovo, Piedrabuena y algunos otros que eran de su Orden.
Como quiera que D. Alonso fue a pedir de nuevo los derechos sobre su Maestrazgo y los Reyes le volvieran a responder que no era tal concesión de sus personas sino del Pontifice de Roma, el de Monroy despechado, ofreció sus servicios al Rey de Portugal. Este le prometió que penetraría en los reinos españoles con el título de Rey de Castilla y León, pasando de esta forma D. Alonso y la Condesa como vasallos del Rey portugués, entregándole la fortaleza de Mérida, no pudiendo sin embargo los portugueses entrar en ella por la resistencia que les pusieron los Caballeros de la Orden de Santiago a las órdenes de su Maestre D. Alonso de Cárdenas. Mas tarde la tomarían.
Desde esta fortaleza hicieron la guerra al Rey español, los partidarios de Monroy y de la Condesa aliados con los portugueses, así como desde las fortalezas de Medellín, Deleytosa, Azagala, Castilnovo, Piedrabuena y Mayorga.
A la vista de la intervención de los portugueses en Extremadura, los Reyes Católicos decidieron trasladarse hasta aquellas tierras, pues era tanto el daño que estaban causando que no había caminos, en aquellas tierras que estuviesen seguros para sus habitantes, significando solamente desolación, inseguridad y hambre.
Don Alonso de Monroy tomó el castillo de Montanchez desde donde hizo la guerra a Trujillo, lugar en donde se encontraba la Reina Isabel. La Reina ordenó que se tomase el castillo, pero cuando llegaron a él Don Alonso ya se había trasladado a los castillos de la Orden que le eran aliados, Mayorga, Piedrabuena, Azagala y Castilnovo, desde donde hizo la guerra a los pueblos de Badajoz y Cáceres con gente de Portugal.
Corría el año de 1479, cuando se firma la paz de nuevo entre Portugal y Castilla y entre las claúsulas figuraba para D. Alonso de Monroy el perdón real. Después de que D. Alonso renunciase a los derechos que tenía sobre el Maestrazgo de la Orden de Alcántara, pasó a ser Maestre D. Juan de Zúñiga, que entró al servicio de los Reyes Católicos. En el año 1492, fue Comendador del Castillo de Mayorga y Encomienda Frey Antonio Barba.
M. F. Ladera, detalla la relación de Encomiendas existentes en el año 1495 y que son identificables, por la existencia de un conjunto de cartas que los Reyes Católicos envian a los Comendadores correspondientes y a la alta dignidad de la Orden y en donde, se señalan el número de lanzas en que tenían que servir a los monarcas en caso de necesidad. El de Mayorga servía concretamente con tres lanzas. Al Partido de Alcántara pertenecían por estas fechas las Encomiendas de la orden: La Mayor, La Pueblas, Belvis y Navarra, Clavería, Hornos, Belvis, Ceclavín, Portezuelo, Peñafiel ( en La Zarza ), Acehuche, Benjayan, Castillo, Casas de Calatrava, La Magdalena, Casas y Juro de Coria, Santibañez, Las Eljas, La Moraleja, Villabuena, Herrera, Esparragual, El Peso de Valencia, Piedrabuena y Mayorga. De todos ellos por estas fechas a que nos estamos refiriendo, poseían castillo y fortalezas en buen estado la de La Mayor, ( el de Brozas ), Portezuelo, La Zarza, ( el de Peñafiel ), Santibañez, Las Eljas, La Moraleja, Herrera, Piedrabuena y la de Mayorga.
A partir del año 1570, serían solamente cuatro la Encomiendas que van a integrar el Partido de Valencia de Alcántara, juntamente con sus fortalezas. A saber: Herrera, Piedrabuena, Esparragal (ya muy deteriorada) y la de Mayorga.
Viendo los Reyes Isabel y Fernando las consecuencias que tenían sobre la seguridad en las fronteras, el nombramiento de ciertos Caballeros como Maestres de la Orden y que no ofrecían, o no ofrecieron siempre, las suficientes garantías de lealtad a la Corona de España, decidieron hacerse cargo de la administración de la Orden, en el año de 1494, obteniendo del Santo Padre Inocencio, el reconocimiento de la administración del Maestrazgo para si, con el fin de que no se volvieran a repetir que un Maestre pudiera aliarse con el Rey de Portugal. Mas tarde el Papa Adriano VI anexionaría este Maestrazgo a al Corona de Castilla y León perpetuamente y con él, la Encomienda y castillo de Mayorga.
Durante la guerra mantenida contra Portugal en el siglo XVII, el ejército del país vecino ocupó el territorio de la Encomienda, destruyendo el castillo en su retirada. Asi se decía de la Encomienda, en el informe de la visita de la Real Audiencia, en 1791: “Tiene un castillo en donde havitaban los dependientes y por haverlo arruinado los portugueses en las guerras del siglo pasado trasladaron su habitazion a donde oi se halla”. En este año de la Visita, se encuentra como Comendador el Brigadier de los Reales Ejércitos, Don Rafael de Valdés y Bazán, diciéndose entonces que es Villa eximida con jurisdicción ordinaria. En ese tiempo habitaban en la Casa de la Encomienda, el Alcalde Ordinario, el Administrador y dos guardas. Contaba con una capilla sin sacramentos, donde se decía misa los días festivos.
Siglos mas tarde la Encomienda pasaría a denominarse Dehesa de Mayorga en del partido judicial de Alburquerque, y jurisdiccional de San Vicente. Fue vendida por la Administración, de bienes nacionales en 18 de Octubre de 1843. Dividida en 19 partes, pertenecíendo a cinco dueños siéndolo, de 13 el canónigo de Badajoz, D. Juan Pascual Sama.
Madoz, dice textualmente: “Confina al N. con el término propio de San Vicente; E. Albuquerque, S. Codosera, y O. Valencia de Alcántara, comprendiendo 4 leguas de circuito, poblado de encinas y alcornoques, en el cual se encuentran además 38 casas, y la principal de la Encomienda, situada en el centro de la dehesa, a la orilla izquierda de la ribera de Alcorneo, con cuadras pajares, habitación para los guardas y una iglesia aneja a la parroquia de San Vicente; administraba el pasto espiritual a aquellos habitantes un capellán a expensas del señor Sama: Atraviesa la dehesa una sierra, que viene unida a la de Albuquerque, Azagala, etc., en medio de la cual hay un castillo arruinado, a su izquierda un sitio llamado Convento Viejo, aunque no existen vestigios de ninguna clase, y 23 casas en cuyo termino hay castaños, olivos, frutales y legumbres, de las que las patatas y judías son las mas abundantes. Le bañan las riberas de Tola, Alcorneo y del Fraile, formada esta por los arroyos de Silva y Madronal; en este último hay nueve molinos harineros y dos lagares de aceite; hay también muchas fuentes de aguas delgadas y saludables. Cuando aún pertenecía al estado, o la poseía el Comendador, tenía cárcel, cadena, grillos, etc. todo lo cual ha desaparecido.
En su tiempo, estuvo valuada en “un quinto ducientas y cincuenta mil mrs.”, y tenía el goce de sus frutos la Sra. Dª. María Estulique y Pimentel. Condesa de Valverde.
Hoy en día es una propiedad particular; con un buen acceso a sus restos; ruinas del Castillo de Mayorga que un día fue.
FIN

2 comments:

Anonymous said...

Hey me parecio interesante ese post!!!!!!!!!!!!!.. y se menciona el apellido de mi familia Sotomayor. quisiera saber que sabes de los Sotomayor de España que vinieron a Ecuador en la epoca colonial??

Escribeme
imsa1988@hotmail.com

Anonymous said...

I am grateful for this excellent post