Wednesday, October 05, 2011


CONFERENCIA COMPLETA DE LA SÍNTESIS IMPARTIDA EN LA BASE DE EL GOLOSO EL 9 de septiembre de 2010

Mi general.
Buenos días.
Antes de iniciar esta conferencia quiero expresarte mi agradecimiento por haberme animado a exponerla. Hace algo mas de dos año me presenté a ti cuando estabas al mando del Regimiento de Infantería Príncipe Nº. 3, como Coronel Jefe del mismo y cuya Bandera ostenta tres laureadas de San Fernando, para ofrecerte el trabajo que había realizado sobre la biografía de uno de los héroes, con motivo de cumplirse el Centenario de su muerte; fruto de aquello fue su publicación a primeros de este año, por el Ministerio de Defensa, bajo el titulo: “El Cabo Noval. En el Centenario de la Campaña de 1909”.
Como historiador he recogido con rigor las crónicas de aquellos años, relativas a la hazaña protagonizada por tan insigne soldado y con el mismo rigor la sintetizo en este discurso. Con ello no hago más que enaltecer a los héroes, pues pocas cosas se han de presentar en que, con más justicia, se ensalce los nombres de los que ofrecieron en holocausto, su vida por la Patria.
El hecho de estar aquí, entre mis antiguos compañeros de Armas, me llena de orgullo y siento una emoción especial tan solo el pisar, de nuevo, el suelo de esta Base, donde dejé buena parte de mi vida y me llena de recuerdos inolvidables.
Los actos heroicos: El cabo Noval.
Héroes y heroínas.
Al pronunciar estos vocablos, inmediatamente nos lleva a hacer una reflexión interior de su significado, y también a nuestra mente acude la idealización del hombre o mujer que ha protagonizado una acción, fuera de las comunes y ordinarias, en el devenir diario de nuestra existencia. Los individuos de una colectividad, impresionados por este hecho elevan al hacedor de estas singulares acciones, a una categoría que, en apariencia, solamente esta al alcance de unos pocos.
Podemos encontrar distintas acepciones definitorias, aunque todas ellas son consecuencia de un pensamiento común entre los individuos de una misma sociedad. Veamos unos ejemplos que nos muestra la Real Academia Española de la Lengua:
- Es la persona admirada por sus hazañas y virtudes. Por lo general es el héroe de la juventud.
- El personaje principal de un texto literario o una trama cinematográfica; de gran impacto emotivo.
- El hijo de un dios y de un ser humano, v.g. Hércules.
- Por último son las personas que llevan a cabo una acción heroica. Los soldados son héroes cotidianos.
Podemos preguntarnos por cada una de ellas y comprender porqué los intelectuales llegaron a estas conclusiones o, al menos tratar socavar en sus pensamientos.
En la mente de todos esta fijada la hazaña protagonizada por nuestros veinte y tres compatriotas de la Selección Española de Fútbol. Ellos, al proclamarse campeones del Mundo, a lo largo y ancho de nuestra Patria, emulando los mejores tiempos de los vencedores griegos olímpicos a los que consideraron como héroes del Olimpo, fueron protagonistas admirados, al señorear la Bandera de España, a donde llegaron las imágenes de su victoria que todos hicimos nuestra.
A nadie escapa la admiración que sentimos por todo aquel que sobresale de un grupo determinado. ¿Quien no visto u oído hablar de las personas que salvan de su caída a un niño que accidentalmente cae de una ventana o balcón y le ha salvado la vida con peligro de la suya? ¿Quién no ha visto u oído de quien salva de perecer ahogado a otra persona? Son numerosos las acciones que conocemos a lo largo de nuestra existencia. Los conocemos generalmente a través de los medios de comunicación y generalmente son premiadas estas acciones, quedando constancia de ellas para las generaciones venideras.
Y...., atravesando la Historia de España. ¿Quien no ha oído hablar de Rodrigo Díaz de Vivar? El Cid, cuyas hazañas trascienden allende nuestras fronteras.
En las sociedades, existen instituciones que por su especial preparación y riesgo en el que hacer diario, asumen mayores peligros en situaciones adversas como es el caso de las Fuerzas Armadas, principalmente por las misiones que se les asigna, en teatros de operaciones hostiles.
Y es, entre los componentes de ellas, donde se da el mayor número de acciones heroicas por las circunstancias especiales e irregulares, en que muchas veces se ven comprometidos. Son acciones heroicas cotidianas la protección mutua de las acciones enemigos sobre nuestros propios compañeros, a los que no abandonamos nunca. Esta protección, asumida con la garantía de la nobleza de espíritu, sin pedir nada a cambio, llega a veces a circunstancias extremas, a veces hasta más allá del cumplimiento del deber y es entonces cuando el hecho trasciende y nace el héroe de leyenda. Por lo general son en los actos bélicos donde alcanzan su máxima expresión.
Pero no debemos confundirnos, no son solamente héroes o heroínas los individuos que reciben condecoraciones y reconocimientos por parte de las autoridades, es decir aquellas acciones que trascienden. Tenemos que tener muy en cuenta que las acciones heroicas están dentro del espíritu del individuo y generalmente muchas de ellas pasan desapercibidas para la comunidad y no van más allá del conocimiento de su propia persona; provienen del alma y por lo tanto son las que proporcionan mayor estímulo al propio individuo. Son aquellas acciones nobles que los hombres y mujeres se imponen así mismo, incluso a riesgo que no se puedan comprender sus actuaciones, con las consecuencias adversas que con sus interpretaciones puedan derivarse. Este riesgo consciente es precisamente el que da lugar al hecho extraordinario que solamente conoce el propio individuo y precisamente el que le ofrece su mayor autoestima.
Es la pre disposición al heroísmo, reflejo de los pensamientos nobles que guarda celosamente el individuo y que le estimula constantemente a hacer el bien, sin esperar nada a cambio. Intrínsecamente unidos a él estos subconscientes y nobles pensamientos, surgen espontáneamente como un volcán cuando pone a disposición de los demás su mas preciado tesoro: su propia vida que desprecia, a sabiendas que las de sus semejantes están en peligro.
Pues bien dicho esto, cuando surge una persona en una comunidad con estos parámetros del alma y es conocida su actuación, de tal forma que su actuación corre, como reguero de pólvora, entre el conjunto estimulando a su emulación, y la sociedad considera justa la recompensa a tales actos, queda impresa de manera eterna su impronta. Y esta sublime forma de comportamiento dada de manera explícita por la autoridad correspondiente en forma de recompensa, sella su actuación con el fin de que trascienda a las futuras generaciones
Cuando su acción ha llegado al paroxismo surge definitivamente el héroe nacional. Sería prolijo enumerar los héroes nacionales, las actuaciones de ellos se produjeron de muy distintas maneras. En nuestra mente está una heroína: Agustina de Aragón y un héroe: Cascorro, por nombrar dos de los de mayor relevancia.
El 2 de julio de 1809, la defensa del acceso a la ciudad conocida como del Portillo de Zaragoza, estaba siendo rebasada por momentos por los franceses que asediaban la Plaza, penetraban por la brecha que habían logrado abrir, después de que los servidores de una de las piezas de artillería allí apostada, habían caído bajo el fuego enemigo. De pronto, una de las mujeres que ayudaban a los que cubrían las improvisadas defensas, llevando municiones, tacos, agua y alimentos a pie de ellas, exclamaba: ¡Animo Artilleros, que aquí hay mujeres cuando no podáis más!. Al poco caía de un balazo en el pecho el Cabo que mandaba la posición y cuando una granada, voló a muchos otros Artilleros, quedando inutilizada la batería y expuesta a ser asaltada por los franceses que se acercaban en aquellos momentos, Agustina, viendo la situación tan adversa, tomó un botafuego y pasando por entre muertos y heridos, dio fuego a un cañón que se hallaba cargado.
Instantáneamente se levantaran los pocos Artilleros sorprendidos de aquel valor tan sublime, sosteniendo con ellos el fuego, hasta la llegada del refuerzo de otra batería y obligando al enemigo a retirarse precipitadamente. Palafox la condecoró con el título de Artillera con grado de subteniente y el uso de dos escudos de distinción con el lema, uno de ellos: "DEFENSORA DE ZARAGOZA" y el otro "RECOMPENSA DEL VALOR Y PATRIOTISMO". Con su hazaña se pudo contener el avance.
Con ocasión que su unidad estaba al frente del enemigo, Eloy Gonzalo se presentó voluntario, para prender fuego a la posición donde se encontraba. Pensó que su actuación le acarrearía la muerte, por ello solicitó a su jefe que le ataran una cuerda a la cintura, con la finalidad que rescataran su cuerpo exánime, una vez cumplida su misión. Así, armado con su fusil y con una lata de petróleo, reptando llegó a las posiciones, prendiéndoles fuego, regresando indemne. Fue condecorado con la Cruz de Plata. A pesar de que aquella actuación no salió apenas del círculo de la Institución militar, su hazaña se hizo muy popular en Madrid.
A principios del Siglo XX, los acontecimientos que estaban sucediendo en el Norte de África no auguraban buenos presagios a nivel internacional. Nuestras plazas de Ceuta y Melilla veían como la situación, mas allá de sus fronteras, podían tener consecuencias graves para su estabilidad y por ende, para sus habitantes. La kábilas del Rif no encontraban la autoridad que imprimiese orden y cohesión, y no reconocían la autoridad del monarca marroquí. Sobre los españoles se dejaba sentir cierto aire de pesimismo, después de haber perdido nuestro poder colonial en Cuba, Filipinas e isla de Guam. España necesitaba impregnarse, de nuevo, de amor patrio. Cuando en 1909 estalló el conflicto de Melilla, estaba aquello demasiado reciente y España entera temió que se volvieran a repetir las consecuencias, esta vez en nuestras propias carnes.
Aquella Campaña fue dura, murieron muchos hombres de uno y otro bando, los musulmanes lucharon contra nuestros soldados, valiéndose de cuantas ventajas tenían, conocían el terreno, se parapetaban tras sus piedras, como los nuestros se parapetaban tras de los blokaos; si ellos tiroteaban nuestros convoyes, nosotros lo hacíamos sobre sus zocos.
Los hechos de armas que tuvieron lugar en el Rif a cargo de nuestros soldados, fueron numerosos; con sus hazañas y heroísmos lograron que hasta las personas de mas duro corazón se conmovieran. Fue un año de laureados y del Regimiento del Príncipe Nº. 3, dieron su vida por la Patria: El Comandante González, el Sargento Villa, el Cabo Noval, el Tambor Ríos y los Soldados Fidalgo, Castro, Parga, Díaz, García y Fernández.
Hoy recordaremos a uno de estos héroes: El Cabo de Infantería Luis Noval Ferrao.
Luis Noval nació en el seno de una humilde familia asturiana, procedente sus padres de los montes aledaños a la capital del Principado de Asturias, de la zona de Siero de donde eran todos sus ascendientes. Marchó el matrimonio a Oviedo para trabajar él padre, Ramón, como carretero al servicio del Ayuntamiento, Perfecta como ama de casa, donde tuvieron tres hijos Olvido, Luis y Julio. La infancia y juventud la pasó Luis inmerso en los avatares propios de sus convecinos de generación, y al tiempo que estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de la que salió con el oficio de ebanista, iba de romerías de aldeas muy celebradas en sus prados. Aquel año de 1909, esperaban con ansiedad la llegada de las fiestas de San Mateo.
A finales del Siglo XIX, en Melilla nuestros soldados levantaban el fuerte de la Purísima Concepción en tierras melillenses, cuando fueron sorprendidos por un grupo de rifeños que causaron dos muertos y varios heridos. Fue el origen de una campaña que nos había de costar muchas bajas y a cuyo término se firmaría el tratado de Marrakech. En él se establecía una zona neutral garantizada por el sultán. Sin embargo no fue así.
En 1906 se firmaba el tratado de Algeciras, por él que, se reconocía por la comunidad internacional a Francia y a España como tutores preferentes y garantes de la paz en el Norte de África. Supuso el reconocimiento nominal de la independencia del sultán y de Marruecos, reconociendo éste a su vez la presencia en su territorio de ambos países que le habían de tutelar. Sin embargo, la penetración pacífica y el respecto a la soberanía del país vecino iban a ser difíciles, pues, si bien Europa reconocía la soberanía del sultán iba a ser negada sistemáticamente por su pueblo.
Consecuentemente, aprovechando este vacío de poder imperial, las sucesivas mehalas enviadas por el sultán eran derrotadas en el Rif por los partidarios de El Roghy, sucediéndose continuos altercados en el campo exterior de Melilla e incluso se adentraban en el campo neutral. Era quien mantenía la cohesión en muchas de las kábilas contra el Sultán y contra otro de los lideres El Chaldy. No es tema de esta conferencia el estudio pormenorizado sobre los acontecimientos bélicos y políticos de aquellos años, sino el conocimiento del hecho histórico y así continuaremos la dinámica narrativa.
Era tal el estado de la cuestión a finales de 1908 que el general Marina, a la sazón Gobernador de la Plaza, solicitó el envío de tropas desde la Península. Fruto de aquella petición, el gobierno de España decidió poner fin a aquella situación de zozobra y aislamiento en que se encontraba Melilla.
En Oviedo ya se habían sorteado los quintos y después de incorporarse a sus respectivos destinos, en el Acuartelamiento de Pelayo, el día 11 de Abril tuvo lugar el acto de juramento a la Bandera, de los que se habían incorporado al Regimiento de Infantería Príncipe Nº. 3 y entre ellos Luis Noval Ferrao.
Para aquellos musulmanes del Rif, no era comprensible la presencia de soldados europeos en sus territorios, tanto franceses como españoles. El hecho de verlos atravesar sus tierras y no estar al tanto del tratado hispano-marroquí, ni conocer las clausulas del Acta de Algeciras, los llevaba a estar en un continuo estado de agitación. La situación en las proximidades de Melilla era poco halagüeña. Los informes que se recibían en el Gobierno de Madrid señalaban un recrudecimiento de la situación que se estaba haciendo insostenible y venía a demostrar la conveniencia de los preparativos como medida de previsión.
Hubo diversos ataques contra los que estaban trabajando en el trazado de las vías de las minas, llegando a matar a varios españoles, otros se salvaron al escapar en una locomotora hacia Melilla obligando a las tropas, al mando del general Marina, a salir de la Plaza dando origen definitivamente a la guerra. Se ponía fin al cerco de Melilla y se fijaron posiciones. La Unidades militares siguieron avanzando en el campo exterior, al sur de Nador.
Los rifeños reunieron la harka y en el Gurugú comenzaron a divisarse numerosas hogueras llamando a la reunión de las kábilas, con el fin de hacer frente a las fuerzas españolas. Así lo hicieron atacando las posiciones conquistadas, y hostilizando a los convoyes, cuando la harka había alcanzado los 7000 hombres. Las unidades de refuerzo seguían llegando al puerto de Melilla.
La gravedad de aquellos enfrentamientos llegó a la máxima expresión, cuando en el Barranco del Lobo murieron 250 soldados y fueron heridos 450. Era el 27 de Julio de 1909. No había mas remedio que controlar al enemigo y en los planes del Gobierno para acabar con aquella situación necesariamente pasaba por el control del Gurugú, la magnífica atalaya natural que dominaba todo el teatro de operaciones. Era necesario iniciar el despliegue definitivo, el Gran Avance, de cuyos preparativos era constantemente informado S. M el rey Alfonso XIII.
Se ultimaba la formación de una nueva División, compuesta de dos Brigadas, una la integrada por los regimientos “Cuenca y “Guipuzcoa” con base en Vitoria y otra constituida por los regimientos “Príncipe Nº. 3” con base en Oviedo y el regimiento “Burgos” con base en León, cuando la harka ya había alcanzado los 30.000 hombres. Legamos al mes de septiembre y los rifeños seguían atacando, disparando a distancia e intentando esporádicos asaltos nocturnos recurriendo a la astucia para engañar a las tropas que ocupaban los puestos avanzados. Por ello el general Marina solicitó del Gobierno, de forma urgente, la incorporación de la División Sotomayor.
En Oviedo, en el acuartelamiento de Pelayo, el soldado Luis Noval era ascendido a cabo por elección, pasando destinado a la cuarta compañía del primer batallón del Regimiento del Príncipe Nº. 3 y su Jefe el Coronel Moló daba las ordenes de partida de su Unidad. El lugar elegido como base de concentración y partida fue la antigua fábrica de Mauri, convirtiéndose en lugar de encuentro con los familiares de los soldados que habían de marchar a pie, hasta la estación de ferrocarril.
No podía embarcar todo el Regimiento en un solo convoy, por ello se organizaron tres trenes cortos, así lo exigía en aquellos tiempos la subida del puerto de Pajares. Noval marcharía en el último tren. La despedida en la estación fue muy emotiva, como podéis imaginar orgullosos de ir a cumplir la misión asignada. Iniciaban el camino de los héroes, mientras la banda del regimiento entonaba la notas marciales. Allí estaba entusiasmada gritando: ¡Viva España! La cantinera del Regimiento, una mujer llena de ánimo y valor, Emilia Pérez que con guerrera de rayadillo y en el moño ondeando las cintas con los colores de la Bandera, daba más emoción al momento. Desde las ventanillas, las miradas de los soldados alegres y joviales se cruzan con los humedecidos y orgullosos de los que se quedan; Asturias se iba alejando.
El tren de Noval llegaba a Madrid a las siete menos cinco de la tarde, del día 11 de septiembre y a las cuatro cuarenta y cinco de la madrugada del 12 salía para Málaga, donde esperaban los navíos donde habían de embarcar. Su expedición lo hizo en el Ciudad de Cádiz.
El mar era una balsa que brindaba a los soldados seguir adelante, más allá, mientras entonaban canciones asturianas acompañados incesantemente por la gaita que dominaba de manera magistral, el cabo Iglesias,un gaitero de Avilés.
Amanece y aparece la silueta del Gurugú. Se corre la voz. Ya no se oye otra cosa que el deseo de tomar aquella atalaya. El desembarco, por medio de lanchones, del día 15 de madrugada se efectuó sin novedad para marchar, acto seguido, al campamento de Rostrogordo quedando reunido de nuevo el Príncipe Nº. 3. Ese mismo día el cabo Noval escribía a su hermana, Olvido, a la que manifestaba haber hecho un viaje feliz y muy divertido. Desde el campamento pudieron divisar por primera vez las hogueras que los harkeños encendían en el Gurugú.
Por fin llegaron las operaciones iniciales al Gran Avance; el día 20 salía de sus campamentos la División Tovar, reforzada por la Brigada Ayala de la División Sotomayor, para dirigirse al cabo de Tres Forcas y flaquear el Gurugú. En definitiva los puntos ocupados por nuestras tropas fueron, durante esta jornada, Taxdirt, después de un duro combate en el que estuvo presente el Cabo Noval y durante la cual el enemigo produjo entre nuestras tropas casi 200 heridos, Jatel, Taurit, Lejade. El general Marina pernoctó aquella noche cerca de Ed- Dar. Se tenía noticia que la harka la mandaba Abd El Kader, Caid de Benisicar.
El día 22 de nuevo escribía Noval desde Rostrogordo a su hermana: “He recibido tu carta en el momento de salir del combate que tuvimos el día de San Mateo del cual salí sin novedad”.
La posición del zoco el Had en el valle de Benisicar era de gran valor táctico por lo que penetra en el territorio, así que cuando el batallón del Príncipe Nº. 3 entró victorioso a las seis de la tarde, aparte de significar la separación de las fracciones importantes de la kábila, supuso una desmoralización para sus integrantes. El Had era un punto importante de paso hacia el Gurugú y reunía excelentes condiciones de defensa. Inmediatamente se procedió a su fortificación.
El día 27 de septiembre, después de los últimos despliegues y de reducir los últimos reductos enemigos, sometiendo las kábilas, e izado la Bandera de España en la alcazaba de Zeluán, se pensó que se había dado fin a la guerra y en los campamentos todo eran felicitaciones y pronto se regresaría a casa. Los rifeños habían encajado mal la toma de la alcazaba y El Mizzian decidió atacar el flanco mas vulnerable del teatro de operaciones y más desprotegido, la meseta de Beni Sicar. La posición elegida para el ataque fue la de Benalter que estaba guarnecida por unidades del
Regimiento del Príncipe Nº. 3 y el primer batallón del “·Burgos”.
Mientras la mayoría de los soldados trataban de conciliar el sueño, otros los de servicio: centinelas, escuchas y vigilancia permanecían alerta.
A las diez de la noche, el capitán ayudante del Coronel, había hecho la ronda reglamentaria; aparentemente todo estaba en calma, nadie se esperaba un ataque salvaje y los soldados tenían orden de hacer fuego sobre los musulmanes de los aduares próximos, puesto que se habían sometido al general Marina y se les había concedido autorización para pasar la noche, sin embargo había algo especial, los perros ladraban más de lo normal.....
Desaparecían las estrellas del cielo y la luna se ocultaba mientras amenazaban densos nubarrones; una neblina espesa, húmeda y fría, se extendía por el zoco y calaba los huesos; los soldados se cubrían con mantas y llegó a ser tal la cerrazón que no se veía a más de veinticinco metros. Después de las dos de la madrugada, quedó el campamento inmerso en una gran oscuridad.
Aprovechando aquella negrura, desde el fondo del barranco, una gran partida de rifeños que se había escondido en los aduares, tras las casas, lomas y chumberas, se acercaban desde sus escondrijos llegando a cercar el campamento, reptando sigilosamente cubiertos con sus chilabas pardas hasta ocupar posiciones muy próximas a las alambradas de la posición.
En ella, aún no había concluido la instalación completa de las defensas de los atrincheramientos y reductos y tan solo, en algunos tramos se habían extendido las alambradas. Por ello, para cubrir estos espacios y evitar que se infiltrara por ellos el enemigo, se montan una serie de patrullas fijas.
El teniente Castillo con efectivos de su Sección, estableció el servicio de seguridad en uno de aquellos espacios, colocando en pozos de tirador improvisados seis puestos dobles separados 25 metros aproximadamente, y designando una patrulla con la misión de recorrer dichos puestos; el resto de la sección permanecía de retén. Estas patrulla se alternaban en su recorrido el cabo Noval y el soldados de primera José Gómez.
Había llegado Luis Noval al último puesto de escuchas, eran las dos y media de la madrugada. Lo defendían los soldados Patiño y Fandiño. En ese preciso instante a su frente apareció un grupo de musulmanes que subían por el barranco, límite de la posición, haciendo desde el borde una descarga de fusilería contra el reducto colateral, respondiendo desde la posición al fuego del enemigo.
Dijo Patiño: Nos vamos de aquí, Noval, que nos fríen los fuegos cruzados.
Nada de eso dijo, Noval, no hay por qué preocuparse.
Acto seguido, viendo el cariz que estaba tomando la refriega les dijo: ¡Seguidme!
Fandiño hizo caso omiso de aquella orden y abandonando a su cabo se refugió en una pequeña trinchera que se encontraba a escasos metros a retaguardia, siguiendo únicamente a Noval el soldado Patiño. Ambos se dirigieron a la puerta de las alambradas del reducto en donde el Cabo creía que se encontraba la entrada, que había observado aquella misma tarde. Estuvieron a punto de ser acribillados por sus propios compañeros del reducto, por lo que tuvo que darse a conocer dando gritos, refiriéndose a él y a los dos del puesto que aún suponía le seguían. ¡Viva España! ¡Alto el fuego! ¡No tiréis que somos españoles!
Detrás de ellos avanzaba un grupo de rifeños. Al darse cuenta de ello el soldado Patiño, se arrojó al suelo metiéndose entre las alambradas, al mismo tiempo que gritaba: ¡No tiréis, soy de la cuarta del primero! Logrando salvar su vida. Luis quedaba solo recorriendo la alambrada seguido de cerca por aquellos. La fatalidad hizo que apareciese otro grupo de ellos a su frente, recorriendo la alambrada en sentido contrario, al tiempo que gritaban: ¡No tiréis que somos españoles! Estos mismos gritos eran repetidos por los que le seguían, sembrando el desconcierto entre los que defendían las nuestras trincheras.
Momentáneamente le estaba dando resultado puesto que el teniente Armendáriz, al ver el uniforme de Noval e inmediatamente, difuso por la oscuridad reinante, al grupo que asomaba detrás de él, le hizo pensar por un instante que se trataba de alguna patrulla de reconocimiento. Gritó instintivamente: ¡Alto el fuego!
Luis Noval dándose cuenta de la añagaza, aprovechando aquel momento de silencio gritó con rabia, dirigiéndose a sus compañeros de trinchera:
¡Tirad que son los moros! ¡Fuego aquí que son ellos! ¡Fuego contra ellos que son los moros!¡Viva España!
Simultáneamente apuntando su fusil hacia el enemigo que le venia de frente, hizo fuego y le vieron caer instantes después, herido de muerte al tiempo que se le oía: ¡Ay mi madre! Y gritar varias veces ¡Viva España!
El fuego siguió arreciando con ferocidad por espacio de media hora, fue un intercambio de disparos sin apuntar y sin saber exactamente de donde partían los proyectiles. La noche se volvió infernal hasta que se consiguió dominar la situación y rechazar al enemigo. El teniente Castillo se retiró hacia su reducto para llevar desde él una mejor defensa y enseguida echó de menos la presencia del cabo Noval. La misma noche había quedado fuera del reducto una patrulla al mando del sargento Viosca, cuatro habían logrado llegar al campamento el resto había muerto acribillado.
A las cinco de la mañana, la artillería comenzó a derribar con sus certeros disparos todos los aduares próximos, guarida de enemigos que huyeron despavoridos a las lomas, desde donde siguieron haciendo fuego.
Acto seguido se ordenaba una descubierta y una sección al mando del teniente Prendes, al que acompaña el capitán Fariñas y el comandante González. Una descarga cerrada segó la vida de éste, no sin antes gritar a los soldados que iban a socorrerle: ¡No importa, seguid adelante y matar a esos granujas! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!
Una segunda descubierta lograba recoger los cuerpos del sargento Viosca y los cuatro soldados de su patrulla.
El sargento Álvarez salió en descubierta con ocho soldados, para recoger el cuerpo del Cabo Noval que estaba cabeza abajo hacia el barranco, inclinada en dirección a Melilla y abrazando tan fuerte el fusil que fue difícil desprender de su manos:el arma aún contenía tres cartuchos. A escasos metros se encontraba el cadáver de uno de sus enemigos con un machetazo en el pecho, dado con la bayoneta calada del Cabo español.
Los camilleros Ortíz y Rico trasladaron su cuerpo, observando las tres heridas que le habían causado disparos de fusil.
Todos en el campamento observaron en silencio y respeto su traslado al botiquín, habían conocido de inmediato las circunstancias de su muerte y aún resonaban en sus oídos sus gritos desesperados. Ocurrió tan deprisa...concluía aquella jornada del 28 de septiembre de 1909. Al día siguiente era ocupado el Gurugú y se izaba en su cima la Bandera de España.
España entera se sentía orgullosa de sus hijos. La bandera en el Gurugú era el postrer homenaje, a aquellos héroes que la defendieron y que aquella misma mañana recibían cristiana sepultura en el cementerio de la Purísima Concepción de Melilla. Era los héroes del zoco EL Had de Beni Sicar.
Sobre su tumba fue colocada una lápida que rezaba:” Diste tu vida por la Patria, escribiendo hermosa página en la Historia del invicto Ejército Español, como buen hijo y mejor patricio. Cabo Noval, en África.”
Por último, sabed que cual centinela impertérrito, esculpido en bronce y arropado por la bandera de España, se erige la figura del Cabo Noval en los jardines de su nombre, en la Plaza de Oriente de Madrid, frente al Palacio Real,
Os deseo mucha suerte a todos.
Muchas gracias.
Nada más mi General. A tus órdenes.
FIN

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