Monday, October 10, 2011


DESDE EL SENTIMIENTO
Las campanas del carillón de la fachada del palacio Real de Madrid que daba frente al frontispicio de la catedral de la Almudena, daban las seis de la tarde en un día soleado de octubre. Las gradas laterales situadas en el interior del patio de armas del palacio, se hallaban repletas de un público expectante que había acudido al lugar, atraídos por la exhibición que se anunciaba en los medios de comunicación, como preludio al día de las Fuerzas Armadas y que iban a llevar a efecto las diferentes bandas y músicas militares de las Unidades del Ejército Español. Se trataba de la edición número tres del festival de Música Militar.
No trato de hacer difusión del cartel anunciador de los actos, sino de expresar mis sensaciones personales, viendo desarrollarse los actos y oyendo las notas que salían de los instrumentos.
La salida de banda de trompetas y tambores de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, produjo en mi una gran emoción, se agolparon en seguida los recuerdos de mi participación en unos desfiles que en guerrilleros viví intensamente.
Los aplausos de los asistentes al acto eran constantes, muchos no pudieron entrar en el patio por falta de aforo y se agolpaban en la verja que lo separa de la explanada frontal de la catedral.
Era un marco aquel sin igual. Se sucedían los ¡bravos! al paso elegante de los soldados, los ¡muy bien! al buen hacer de la escuadra de gastadores de la legión, o ¡olés! cundo las bailarinas volaban sus mantones y movían los abanicos con los colores de la bandera, mientras sonaban en el recinto las notas a los aires de España.
Fueron casi dos horas de emoción intensa, muchos fueron los aplausos cuando uno de los componentes de la Unidad de Música de la Marina en Madrid, interpretó una bonita canción que hablaba de todos los españoles, del sol y del ser español.
Como broche de oro fue primero, un recordatorio a todos aquellos que se quedaron en el camino, lanzando al aire las notas los cornetines, desde las galerías superiores del palacio; yo mirando a la bandera ondear en lo alto del recinto rela, recordaba a mis añorados compañeros que a buen seguro, Dios los tendrá en su seno, y por último se interpretó el himno nacional.
Yo pensé en gritar con emoción: ¡Viva España! pero alguien se me adelantó.
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